La raíz del canto
Sobre la absurda calle nebulosa, un destello de luz incandescente estalló en el asfalto, de repente, borrando los fulgores de la rosa.
Un aluvión de sangre enamorada se derramó del suelo hasta mi asombro, y mi dolor, perito en alboradas, regresó a su guarida entre mis hombros.
Y ya ¿qué hacer con él, fijo en el centro, en el meollo mismo del espanto?, ¿dónde ubicar a quien se quiso tanto que tanto duele ahora tiempo adentro?
Tendré que revisar los elementos con que se nutre la raíz del canto.
ALBERTO CORTES
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