LA CASADA INFIEL
Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía
marido.
Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los
faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué
sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los
árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.
*
Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de
pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se
quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales
con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como
peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de
nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las
cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy
comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire
se batían las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un
costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque
teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río
FEDERICO GARCIA LORCA
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