La grandeza de un hombre, no se mide por lo que en su
ambición sabe ganar, la grandeza de un hombre se mide, por lo que con humildad,
sabe dar. Y esa grandeza se vuelve una virtud si ese hombre, a sus semejantes
sabe servir.
En esta tierra, años ya, nació un hombre que su
grandeza aun se sigue midiendo, y no fue por sus tesoros acumulados, ni por sus
conquistas territoriales, ni por sus triunfos bélicos, pues nunca empuñó un
arma.
Su conquista más grande fue, trasformar almas, sensibilizar corazones a
través de su palabra y su ejemplo de servicio que fue, el dar su vida por
nosotros.
Hoy, en mi incursión por el Leonismo, donde me
encuentro con hombres y mujeres que han trasformado su corazón, en aras del
servicio a nuestros semejantes, siento la presencia de aquel Gan hombre, como si
esta organización fuera una sucursal de su gran ejemplo, donde se aprende a
ganar un lugar sin soberbia, donde se aprende a dar con humildad, sin esperar
nada a cambio, donde se aprende a servir a una parte de la humanidad, pues somos
parte de ella, donde las cosas, las intenciones y los hechos, se hacen con amor,
pues recordamos "amaos los unos a los otros".
Cuando estas palabras se convierten en acciones
reales, todo aquel ser humano que las ponga en práctica será un virtuoso, y el
Leonismo compañeros, está lleno de virtuosismo.
Amigos este es mi sentir, es mi forma de ver, mi
manera de ajustar mi cuerpo, mi alma y mi corazón, al espacio que me
corresponde en este mundo y con toda humildad le digo a ese gran hombre, esté
donde esté:
Jesucristo amigo mío decirte quiero, que no me gusta oír ni
seguir un consejo.
me gusta ir en pos de tu ejemplo, así, conforme pasa el
tiempo, me encuentro.
Jesús Jáuregui Pérez Gavilán