El sueño
Yo vi dos soles rojos dominando el espacio Perlaban en sus rayos las luces de topacio y tendí mis dos manos hambrientas de infinito para estrujar en ellas un inefable mito.
Las dos pupilas rojas como rosas del cielo cegaron mis pupilas, soberbias en su anhelo de mirar cara a cara los toques de diamantes.
Después, como un crujido de nudos que se quiebran... Tempestades soberbias que en los mares se enhebran; parto de los dioses... Un quejido de dios... ¡Y bocas que se muerden en un supremo adiós!
Más tarde una sonata más dulce que la miel; agonía de lirios en el jardín aquel. palacio de oro y oro donde habita una maga que ha dormido cien años por maldición aciaga.
Y después manos blancas desparramando rosas sobre el alma escondida y serena de las cosas... Y un silencio de muerte cansado y sepulcral donde se prende el lotus venenoso del mal.
Y después la mañana que llega a los cristales del cuarto miserable donde muerdo mis males... Y después otro día que se esboza en el lloro de mis días sin sol, de mis soles sin oro!...
ALFONSINA STORNI
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