Ese niño que nació,
que cual hijo nos fue dado,
tuvo un nombre singular:
Admirable fue llamado.
Porque admiro, mi Señor
que en mí te hubieras fijado,
desde la cuna de paja
desde aquel sencillo establo.
Porque te admiro mi Dios,
pues me viste derrotado
y con amor me dijiste:
Cógete fuerte a mi mano.
Ese niño que vivió
entre sabios, fue llamado
Consejero, pues su amor
sobre mí fue derramado.
Para avisarme del mal
sus consejos con cuidado
entrando a mi corazon
poco a poco iban cambiando.
Mi manera de pensar
ignorando lo creado,
mi costumbre de pecar
poco a poco, iba apagando.
Y mi corazón lo vió,
y con mi rostro temblando
esto me puse a pensar
mientras me iba arrodillando:
Ese niño que murió
que vilmente fue entregado
a morir en una cruz
por mi maldad y pecado.
Ese niño que murió,
desde la cruz y llorando,
me dijo con dulce voz
te perdono tus pecados.
Y su rostro se apagó,
sus labios ya no me hablaron,
y llorando me quedé
¡¡ Mis errores lo mataron!!