Tus acciones tienen un fruto que tarde o temprano cosecharás.
Como todo en la naturaleza, también nosotros estamos sujetos a la ley de causa y efecto. De acuerdo con nuestro modo de actuar, recibiremos el fruto de nuestras acciones. Como la piedra que cae en un estanque y genera ondas expansivas cada vez más grandes, que se abren hasta llegar a los bordes de la laguna y rebotar para volver al centro, también nuestras acciones tiene un efecto de retorno.
Tal vez no vuelvan del mismo lugar o de la misma forma. Pero siempre vuelven.
Cada uno va sembrando en esta vida lo que cosechará en la próxima. Pero ¿ qué significa la próxima vida? Cuando digo "próxima" no me refiero forzosamente a la vida que nos espera después de la muerte. La próxima vida puede ser mañana mismo. A través de nuestras actitudes, de nuestros pensamientos y de nuestras acciones vamos sembrando semillas cuyos frutos pueden ser cosechados mañana mismo.
¿Cuál será el fruto de esas semillas? ¿Acaso no lo sabemos? Lo cierto es que si uno sembró semillas de maíz, no cosecharás ni bananas ni manzanas, sino maíz. Siempre recibiremos a cambio lo que ofrecemos