Cuando miro el pétalo encendido sobre el manto esmeralda de la rama; es tu rostro cubierto por la llama del recuerdo constante que he vivido.
Y te siento reír en cada ser musitando susurros con el viento, mientras tanto, te aferras muy adentro hilvanando los sueños del querer.
Eres todo para mí: la suave brisa; el gorjeo del ave que eterniza el furtivo ardor que me enamora.
En tus ojos el tiempo se deshoja y no veo llegar la dulce hora Méndeque me beba tu amor desde tu boca.
Wigbertoz García
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