Hades, en la mitología griega, dios de los muertos. Era hijo del
titán Cronos y de la titánide Rea y hermano de Zeus y Poseidón. Cuando los tres
hermanos se repartieron el universo después de haber derrocado a su padre,
Cronos, a Hades le fue concedido el mundo subterráneo. Allí, con su reina,
Perséfone, a quien había raptado en el mundo superior, rigió el reino de los
muertos. Aunque era un dios feroz y despiadado, al que no aplacaba ni plegaria
ni sacrificio, no era maligno. En la mitología romana, se le conocía también
como Plutón, señor de los ricos, porque se creía que tanto las cosechas como los
metales preciosos provenían de su reino bajo la tierra.
El mundo subterráneo suele ser llamado Hades. Estaba dividido en
dos regiones: Erebo, donde los muertos entran en cuanto mueren, y Tártaro, la
región más profunda, donde se había encerrado a los titanes. Era un lugar oscuro
y funesto, habitado por formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero,
el perro de tres cabezas y cola de dragón. Siniestros ríos separaban el mundo
subterráneo del mundo superior, y el anciano barquero Caronte conducía a las
almas de los muertos a través de estas aguas. En alguna parte, en medio de la
oscuridad del mundo inferior, estaba situado el palacio de Hades. Se
representaba como un sitio de muchas puertas, oscuro y tenebroso, repleto de
espectros, situado en medio de campos sombríos y de un paisaje aterrador. En
posteriores leyendas se describe el mundo subterráneo como el lugar donde los
buenos son recompensados y los malos castigados