Un amor con objetivos diferentes
El amor maduro suele estar definido por unos objetivos e inclinaciones que no son de ninguna manera los mismos que rigen al amor juvenil o temprano. En la etapa madura, generalmente nos encontramos con personas que, al igual que nosotros, suelen buscar mucho mas.
un compañero de ruta que una persona con quien construir una familia. Por lo general, si hablamos de amor maduro, nos referimos a un vìnculo entre personas que ya han pasado por la experiencia del matrimonio, que muchas veces ya tienen hijos, y para quienes la preservaciûn de la especie ya no es una preocupaciûn principal. Se trata tambièn de individuos que han reemplazado los sueòos utûpicos de la adolescencia y la juventud por un set de objetivos m·s realistas y alcanzables. Aunque todo esto puede sonar un poco a un amor desabrido y para nada idìlico, el amor maduro tiene muchìsimas ventajas.
Cada uno en su casa
Luego de cierta edad, las personas solemos formar ciertos h·bitos que nos serìa bastante difìcil abandonar. Con el paso de los aòos, algunos de ellos pueden pasar a la categorìa de manìas, es decir, cosas que hacemos o necesitamos hacer en el dìa a dìa, pero para las cuales no hay una explicaciûn lûgica. Al unir nuestro corazûn con otro en una expresiûn del amor maduro, muchas veces, por m·s enamorados que estemos, no estamos dispuestos a abandonar nuestra rutina y nuestras pequeòas costumbres cotidianas. Al mismo tiempo, ya no tenemos ganas de tener que adaptarnos a otra persona, encontrar la tapa del inodoro levantada (en el caso de las mujeres) o que nos despierte un rostro embadurnado de crema o que nuestro baòo parezca una perfumerìa (en el caso de los hombres). En estos casos, cada vez con mayor frecuencia, las personas suelen optar por limitar la convivencia y encontrarse solamente en los momentos en que realmente tienen ganas de pasar tiempo juntos.
El caso de R y R
Una vez en California, tuve el placer de quedarme en casa de un acaudalado abogado de 60 aòos. Vivìa en una mansiûn tan impresionante como la de su novia de unos 40 y pico, que vivìa a dos casas de allì, sûlo separada de èl por la residencia de una famosa pop star internacional. Ellos realmente hacìan una linda pareja. Al quedarme en la casa de huèspedes, tuve oportunidad de observar el comportamiento de estos dos seres, que, por supuesto, tenìan hijos, y hasta nietos en el caso de èl, de matrimonios anteriores. Durante la semana, me sorprendiû ver como R (la chica) se despedìa de su pareja con un beso, pocas horas luego del atardecer, para ir a dormir a su propia casa. Mi mente (y mis hormonas) de 30 y pico no podìan comprender cûmo ambos no tenìan ganas de dormir juntos todos los dìas, ya que me parecìan una pareja hermosa y muy compatible, aparte de aparecèrseme bastante apasionados los dos. Cuando llego el fin de semana, el d·o din·mico volviû a reunirse, y no se separû hasta el lunes por la maòana. R realmente actuaba como ama de casa en lo de su novio, tomando todo tipo de decisiones, e incluso solucionando todos los problemas que yo pudiera llegar a tener en mi calidad de huèsped.
Luego de observar a la pareja durante una semana, comprendì exactamente por què su arreglo funcionaba. De esta manera, R (varûn) podìa pasar tiempo con sus amigos, y su novia podìa pasar tiempo con sus dos hijas adolescentes, cada uno podìa tener su casa como se le diera la gana, y no desperdiciaban ni un minuto cuando de pas·rselo genial juntos se trataba. Por ejemplo, el s·bado a la maòana se enfundaron sus cascos y ropa de cuero y se fueron a dar una vuelta en moto, mientras yo, varias dècadas m·s joven, alternaba mi tiempo entre escribir en mi ordenador y disfrutar de la piscina y del sol de Los Angeles. En definitiva, si comparo a R y R con algunos de los matrimonios consolidados de la misma edad, debo decir que R y R ganan por goleada. A pesar de la carga de sus matrimonios fallidos del pasado, ellos han sabido encontrar el equilibrio, con un poco de saludable distancia.
Maduro, pero sin fûrmulas
Aunque a R y R les funcione este arreglo, todo depende de cada uno. Y es que para el amor maduro, no hay regla que valga. Las personas m·s necesitadas de afecto o que han pasado largos perìodos de tediosa soledad, tal vez no puedan con el arreglo de vivir en casas separadas. Asimismo, los que, por azares del destino, a·n no han tenido hijos, pueden soòar todavìa con ello, y otros, a·n ya habiendo tenido la experiencia, pueden ser tentados, quiz·s por un hombre o mujer m·s joven, a repetirla sin problemas.
Sind duda que lo ·nico cierto cuando hablamos de amor maduro es que las personas que se casaron hace treinta o cuarenta aòos vivieron esa etapa en un mundo muy diferente, y la libertad e independencia que existen ahora en algunos aspectos de la pareja pueden llevarlos a vivir un amor maduro completamente distinto, en un mundo que les dar· muchas m·s posibilidades de ser ellos mismos, sin tener que estar tan atados a las convenciones sociales del pasado. Despuès de todo, la juventud es algo que, muchas veces, va por dentro, y el amor maduro tiene la capacidad de ser tan poderoso y maravilloso como el amor de los veinte aòos. Pruèbelo, y me darás la razón