Ministros comprometidos

1ra. Corintios 2: 1-5 afirma: Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,  para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Pablo nos da la fórmula para ser multiplicadores de la Palabra. Primero debemos estar siempre dispuestos a compartir lo que recibimos de Dios e ir donde nos envíe. Prepárate y sobre todo lucha por incrementar tu fe. En medio de la locura demuestra que crees y esperas en Dios. Pídele que ponga palabras de bendición en tu boca y buenas obras en tu proceder para dar testimonio de Su poder.

1ra. de Corintios 1:21 recuerda: Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Eres un ministro y tu misión es predicar bajo la unción del Espíritu Santo. Mantén tu corazón dispuesto a las locuras del Señor. Pídele sabiduría para servirle. Comparte la bendición sobrenatural que ya tienes. Conviértete en un vaso de unción que recibe y se desborda. Pídele ser útil para que muchos hermanos le conozcan a través tuyo y construyan sus insólitas historias de salvación.