Señor, llévame a un andar más íntimo contigo!
Antes de conocer al Señor, estaba involucrada en todo tipo de práctica ocultas, en religiones orientales y en la Nueva Era. Buscaba a Dios en cada una de estas cosas, deseando encontrar algún propósito y sentido para mi vida. Estaba desesperada por encontrar algún camino de salida para mi dolor emocional, mi miedo y la depresión que había experimentado a diario desde que era niña. Pensaba que de seguro había un Dios y si lograba ser lo bastante buena como para acercarme a Él, tal vez se me podía pegar algo de su grandeza y entonces me sentiría mejor conmigo misma y mi vida.
Por supusto que nunca logré hacerlo porque los dioses que perseguía era distantes fríos y remotos. Y esto me deprimía aun más, pues me crió una madre que era distante, fría y remota, por no mencionar abusadora, aterradora y cruel. Tiempo después se determinó que estaba enferma mentalmente,y desde entonces la he perdonado por todo lo que sufrí por su causa. Sin embargo, los recuerdos de mi infancia al final rodaron como una bola de nieve que se convirtió en una avalancha de dolor que llegó a ser tan insopotable que terminé aplastada por mi propia impotencia y me estrellé en la desesperación suicida. Y fue allí, en el punto más bajo de mi vida, cuando tenía veintiocho años, que aprendí quuién era en verdad Dios y recibí a Jesucristo como Salvador. Esto inició un proceso de liberación, sanidad y restauración, como nunca lo creí posible.
Desde el momento que recibí al Señor y comencé a sentir su vida obrando en mí, vi el hilo común en todas las otras religiones y prácticas en las que participé antes. La similitud era que los dioses de cada una de esas religiones no tienen poder para salvar, ni transformar una vida humana. Sin embargo, el Dios de la Biblia sí. Él es el único y verdadero Dios viviente. Y cuando lo encontramos y lo recibimos, su Espíritu viene a morar en nosotros. Por el poder de su Espíritu, nos transforma desde adentro hacia fuera, y de una manera milagrosa cambia nuestras circunstancias y nuestra vida.
También aprendí que es un Dios que se puede hallar. Un Dios que se puede conocer. Un Dios que quiere estar cerca de nosotros. Por eso se le llama Emanuel, que significa "Dios con nosotros". Aunque Él se acerca a nosotros cuando nosotros nos acercamos a Él. (Santiago 4:8)
Si me sentara y hablara contigo en persona sobre tu vida, te diría que si has recibido al Señor, las respuestas que necesitas están en ti. Eso es porque el Espíritu Santo de Dios está en ti, y Él te guiará a todas las cosas y te enseñará todo lo que debes saber. Te transformará a ti y a tus circunstancias más allá de tus sueñor más atrevidos si dejas de tratar de hacerlo por ti misma y permites que Él lo haga a su manera y en su tiempo.
No se trata de esforzarse por ser lo bastante buena como para llegar a Dios, pues no hay forma en que ninguna de nosotras lo seamos. Se trata de dejar que toda la bondad de Dios esté en tí. Se trata de acercarte más a Dios y sentir cómo Él se acerca a ti.
Se trata de un caminar íntimo con Dio sy en la plenitud que comenzará a obra en tí debido a esto.
Estoy segura que tú como yo y muchas otras mujeres,quieren una profunda, íntima y amorosa relación con Dios. Tus necesidades más profundas y anhelos solo se satisfarán en una relación íntima con Él. Ninguna persona influirá en ti de manera tan profunda como Dios. Nadie te conocerá, ni te amará tanto. El insaciable anhelo que sientes, ese vacío que desees que llenen tus seres queridos, lo puso allí Dios para llenarlo Él.
Stormie Omartian
Fondo ~Perla~ ©2009 MinisterioMujeresenVictoia
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