Amadas hermanos y amigos
Mrs. Charles Spurgeon, quien durante más de un cuarto de siglo sufrió grandemente, nos relata el siguiente incidente:
"Al final de un día obscuro y melancólico, me eché a descansar sobre mi lecho. Aunque todo estaba claro dentro de mi cómoda habitación, parecía que parte de la obscuridad exterior había en mi alma y obscurecido mi visión espiritual. En vano traté de ver la Mano que yo sabía que cogía la mía y guiaba mis piés cubiertos por la niebla a través de un sendero, pendiente y escurridizo de sufrimiento. Con gran pena en mi corazón pregunté:
¿Por qué obra mi Señor así con Su hija? ¿Por qué manda para que me visite tan frecuentemente un dolor tan agudo y tan amargo? ¿Por qué permite que la debilidad consumidora me impida prestar el servicio que deseo para Sus pobres siervos?
Estas preguntas de enojo fueron contestadas inmediatamente por medio de un lenguaje muy extraño; no necesité ningún interprete sino el susurro consciente de mi corazón.
El silencio reinó en mi corazón por un poco rato, interrumpido solamente por el crujido de los trozos de roble que ardían en el fuego. De repente oí un sonido suave y delicado como si fuese una nota clara musical del trino delicioso de un pitirrojo cantando bajo mi ventana.
¿Qué podrá ser? De seguro que ningún pájaro puede estar cantando fuera en este tiempo del año y a estas horas de la noche.
Nuevamente se oyeron las notas débiles y lastimosas, tan dulces, tan melodiosas y no obstante lo suficiente misteriosas para provocar nuestro asombro. Entonces mi amiga exclamó:
"Proceden de los trozos de madera que hay en el fuego! El fuego está libertando la música aprisionada que se hallaba en lo íntimo del corazón del roble viejo!"
Quizás él había almacenado esta canción en los días en que todo le iba bien cuando los pájaros gorjeaban alegremente sobre sus ramas, y la luz suave del sol doraba sus tiernas ramas. Pero desde entonces él había envejecido y se había endurecido. Un círculo de crecimiento calloso había sellado la melodía por tanto tiempo olvidado, hasta que las lenguas feroces de las llamas vinieron a consumir su dureza y el corazón impetuoso del fuego, arrancó de él inmediatamente una canción, y un sacrificio. Entonces pensé: "Cuando el fuego de la aflicción saca de nosotros canciones de alabanza, entonces verdaderamente hemos sido purificados y nuestro Dios es glorificado."
Quizás algunos de nosotros somos como el trozo de este viejo roble, fríos, duros, insensibles. Si no fuese por el fuego que arde a nuestro alrededor, no produciriamos sonidos melodiosos, ni saldría de nuestro ser notas de confianza en Él y de su misión alegre a su voluntad.
Al meditar, el fuego ardía, y mi alma halló un gran consuelo en la parábola que tan extrañadamente había sido puesta delante de mí.
Cantando en el fuego! Sí! con la ayuda de Dios ! Y si esa es la única manera para obtener armonía de los corazones duros y apáticos, dejad que el horno se caliente siete veces más que antes."
Mrs Charles E. Cowman
Aunque la higuera no florezca,
ni en la vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitaqdas de la majada,
y no haya vacas en los corrales
Con todo, yo me alegraré en Jehová
Y me gozaré en el Dios de mi Salvación.
Habacuc 3:17-18
El profeta debe su gozo a Dios y no a las circunstancias; porque Dios es la fuente de su fuerza y su alegría.
Así, como el profeta debemos ser nosotros, él pasó de la queja a la confianza, de la duda a la fe, del hombre a Dios, del valle a la cima
porque el justo por su fe vivirá
Dios nos incremente nuestra fe y confianza en Él,
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