Nuestro Dios nos exhorta en su Palabra a orar sin cesar (1 Ts 5.17).
Y también promete contestar nuestras plegarias en todo momento (Lc 11.9).
Si el Señor no tuviera intenciones de responder, no nos exhortaría a orar. De hecho, recalcó que cualquier padre que amara a su hijo siempre le daría no sólo lo que necesitaba, sino también lo mejor para su vida (vv. 11-13). Y es de esta misma manera que nuestro Padre celestial quiere bendecirnos. Si deseamos que Dios responda nuestras peticiones, tenemos que cumplir tres importantes requisitos:
Primero, tenemos que reconocer que Jesucristo es nuestro Salvador personal, y mantener una relación personal con Él. La Biblia nos dice: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal 66.18). Esto no significa que no vamos a pecar más, pues Dios conoce nuestras debilidades.
Lo que tenemos que hacer es confesarle nuestros pecados y tratar de vivir alejados de ellos.
Segundo, tenemos que pedir correctamente. Primera de Juan 5.14 nos recuerda que siempre debemos pedir lo que esté de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor. Podemos venir ante su presencia en oración y compartirle todos nuestros deseos, pero después de cierto tiempo haciendo esto, vamos a dejar a un lado aquellas peticiones que no son de su agrado.
Tercero, tenemos que orar de una manera específica y confiando en que vamos a ser escuchados. Si pedimos lo que está de acuerdo a su voluntad, nuestras oraciones serán contestadas.
Él nos exhorta a orar y promete responder nuestras peticiones. Pídale a Dios que le muestre si hay algo en su vida que le está impidiendo escuchar su respuesta.