La Conciencia
¿No es verdad, queridos niños, que al hacer una obra buena nuestra alma se complace se tranquiliza y se alegra?
¿No habéis también observado que sentimos grande pena, cuando hacemos una cosa que la ley moral reprueba?
La mala acción nos aflige, nos humilla y atormenta, como si fuera carcoma que por dentro nos royera.
La buena acción, al contrario, de puro placer nos llena, nos anima y estimula a repetir obras buenas.
¿Por qué nos sucede esto? - Porque tenemos conciencia. Dios ha puesto en nuestra alma un juez que con ley severa, nos dice si hemos obrado como el deber nos ordena; es juez y también testigo que nuestros actos observa, y fiscal al mismo tiempo que nos acusa y condena.
Ved cuán importantes cargos cumple a la vez la conciencia; y todo, porque Dios quiere que nuestra conducta sea ajustada a los preceptos de su ley santa y eterna.
Dios, que es bondadoso y justo nos hizo de tal manera que se viesen en nosotros sus cualidades excelsas. Y es su voz, su voz divina, la que en el alma resuena, advirtiéndonos lo malo para que evitarse pueda, y mostrándonos lo bueno para obrar como El desea.
El hombre indigno, malvado, obra contra su conciencia; mas no le tengáis envidia, aunque dichoso parezca. La maldad, tarde o temprano, su justo castigo lleva; y sólo será dichoso quien de lo malo se aleja, quien deplora sus pecados, los aborrece y se enmienda, aceptando a Jesucristo por Salvador con fe plena. Quien tal hace, tiene siempre muy tranquila su conciencia.
-- Carlos Araujo --
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