Conocer la voz de Dios
Lectura: Salmo 23
Una de las razones por las que el pueblo de Dios puede meterse en problemas, es por seguir voces equivocadas. Los creyentes deben escuchar y obedecer sólo al buen Pastor, Jesucristo (Jn 10.27). Sólo Él puede satisfacer nuestras necesidades (Sal 23.1, 2), guiarnos por el camino recto (v. 3), protegernos del mal (v. 4) y bendecirnos ricamente (vv. 5, 6). Podemos confiar en Él plenamente, porque Él puso su vida por sus ovejas (Jn 10.11).
Lo que todos tenemos que entender es que los seres humanos nos parecemos a las ovejas más de lo que quisiéramos reconocer. En esta vida no sabemos en verdad hacia dónde nos dirigimos, aunque el paisaje nos parezca familiar. Pero el Pastor tiene nuestra ruta perfectamente trazada. Nuestra tarea es mantenernos dentro del alcance de su voz, en vez de desviarnos hacia pastos que lucen verdes y apetitosos.
Por supuesto, el camino frente a nosotros no siempre parecerá fácil y seguro. El Salmo 23 habla del valle de sombra de muerte. Además, el viaje a los verdes pastos y a las tranquilas aguas que anhelamos puede tomar mucho más tiempo que el que nos gustaría; a veces el Pastor toma el camino más largo. En otras palabras, su provisión prometida no llega comúnmente de la manera exacta que esperamos. Pero mientras sigamos su voz, estaremos donde debemos estar.
Por medio de la experiencia, la oveja aprende a identificar la llamada de su amo. Nosotros aprendemos también a discernir la guía de Jesús al conocer su voz. Lea sus palabras y sus enseñanzas, particularmente en los Evangelios y en las cartas de Pablo. Entonces, cuando otra voz trate de llevarle por el mal camino, podrá decir: “¡Jehová es mi pastor!”
Dr. charles F. Stanley

Amén Jehová, es mi pastor! Padre purifica con hisopo nuestros oidos para que podamos escuchar tu voz y reconocerla de inmediato, no permitas que ninguna voz ajena a la tuya nos distraiga o confunda, danos discernimiento comprensión y entendimiento de Tu Palabra y que no vengan a confundirnos con mentiras cubiertas de verdades, que la presencia de tu Santo Espíritu este siempre con nosotros para que nos revele las estrategias y artimañas del enemigo y podamos destruirlo con las armas que tu nos has dado y en el poderoso nombre de Jesucristo de Nazareth. amén


|