Noventa y nueve ovejas son,
Las que en el prado están,
Mas una sola, sin pastor,
Por la montaña va;
La puerta de oro traspasó
Y vaga en triste soledad,
Y vaga en triste soledad.
Por esta oveja el buen Pastor
Se expone con piedad,
Dejando solo aquel redil,
Al que ama de verdad,
Y al fragoroso bosque va
Su pobre oveja a rescatar,
Su pobre oveja a rescatar.
Obscura noche ve venir,
Y negra tempestad;
Mas todo arrostra, y a sufrir,
Lo lleva su bondad;
Su oveja quiere restituir,
Y a todo trance restaurar,
Y a todo trance restaurar.
Sangrando llega el buen Pastor,
La oveja herida está;
El bosque siente su dolor,
Comparte su ansiedad;
Empero Cristo con amor
Su oveja pudo rescatar,
Su oveja pudo rescatar.
"¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido." (Lucas 15:4-6)