El Lenguaje perdido del "Domingo de Resurrección"
Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito. Zac 12:10 NVI
En Mateo 9:15, cuando le preguntaron a Jesús que explicará por qué sus discípulos no ayunaban como los fariseos y los seguidores de Juan, El respondió: "Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos?". Para Jesús, era una conclusión muy simple. Por qué ayunar y estar serios y tristes si yo estoy presente? No era apropiado ni, al parecer, posible para Jesús que estuvieran de luto mientras que El estuviera con ellos. Pero ese no habría de ser siempre el caso. Poco más de dos años después, Jesús comenzó a hablar de otra posibilidad inconcebible: la posibilidad de Su partida. "Ciertamente les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará, Se pondrán tristres, pero su tristeza se convertirá en alegría... Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegria" (Jn 16:20-22).
El arresto de produjo pocas horas después. Había tenido su última comida juntos en el aposento alto. Jesús había lavado tiernamente sus pies. Y estaban a punto de hacer su larga, triste y turbadora caminata al huerto de Getsemaní, Jesús les comunicó sus palabras finales, sus últimas enseñanzas terrenales. Se puede creer con toda seguridad que la mayoría de estas instrucciones de último minuto no fueron comprendidas por los discípulos. Jesús prometió enviarles el Consolador, y les habló de la naturaleza de Su obra. Les habló del gran odio que todos ellos experimentarían a manos del mundo. Pero cómo podían ellos entender nada de eso, entonces? Esas realidades estaban a un mundo de distancia, y entre ellos y el momento presente había un océano de confusión y tristeza, pero también con el tiempo, de gozo.
En unas pocas horas, El estaría inerte y sin vida sobre la cruz. Le serían quitados los clavos, y su cuerpo hinchado y ensangrentado envuelto tiernamente en lino fino y puesto en una tumba prestada. Para los seguidores de Jesús, no había una realidad más cierta que el amargo hecho de que todo había sido en vano. Sus seguidores no habían acudido a salvarlo de los romanos. Las docelegiones de ángeles que El dijo que estaban bajo su autoridad, no habían venido a salvarlo en el último momento. Como dijo Frederick Buechner: "El milagro de la cruz, es que no hubo ningún milagro".
Todos los sueños de sus discípulos parecían haber quedado destruidos cuando El clamó: "Todo se ha cumplido" (Jn 19:30). Pudieron haber entendido los pocos discípulos que se encontraban lo suficientemente cerca como para escuchar a Jesús gritar esas palabras, lo que el quiso decir con ellas? El "todo" de "todo se ha cumplido" se refería al sufrimiento que tuvo que soportar para comprar nuestro perdón. La horrible separación del Padre, que es un infierno en sL misma, había sido superada victoriosamente. Jesús había consumado perfectamente la obra que había venido a hacer. Pero, para aquellos primeros que escucharon el eco de Sus palabras, nadie parecía cumplido. Para ellos, la tristeza y el pesar que Jesús había prometido, estaba apenas comenzando; durante tres atroces día habrían de sentirse, casi consumidos por el sufrimiento.
Durante esas horas de desesperación, habrían de recurrir al lenguaje de la lamentación, al clmar al Dios que parecía haberlos abandonado a ellos también. Habrían de caer en un vocabulario de lamentos que ninguno de ellos había tenido antes, Su esperanza, la mayor esperanza que el mundo jamás había conocido, parecía irremediablemente perdida. Para ellos, "todo se ha cumplido" significaba que todo había terminado.
La primera parte de la sombría profecía del Señor se había cumplido. Y aunque los Evangelios no dan detalles, es de presumir que en ellos, sin duda alguna, su cumplió lo que El les había dicho: "ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará:. Este fue su momento de aflicción, una aflicción tan profunda y total que nosotros apenas podemos imaginar. Pero éste es exactamente el punto: Debemos imaginarla.
Si queremos conocer el gozo inefable que Jesús prometió, el gozo que nadie podrá arrancarnos del corazón, no debemos también participar de la aflicción, de la aflicción de ellos, de su "Viernes Santo? Así, por lo menos, lo entendió la iglesia primitiva. Durante un período de cuarenta dias, o Cuaresma, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado de Gloria, los seguidores de Jesús entrarían en el desoladolenguaje de los lamentos, en preparación del Domingo de Resurección. Con todo el poder de su pensamiento unido, ellos interactuarían de la mejor manera posible con la crónica bíblica de la muerte de Jesús. Entendieron lo que había olvidado: uno puede entender el gozo renovado de esos primeros discípulos a menos que participe de la misma aflicción mortal que ellos experimentaron, a menos que trate de descubrir el lenguaje perdido del lamento.
Para nosotros los creyentes de los Estados Unidos, el lamento es, en verdad, un lenguaje olvidado. Cuando sucedió lo del 11 septiembre, quedó al descubierto esta triste verdad. No tuvimos palabras, no tuvimos canciones que cantar. Esto se hace evidente muy a menudo en otras partes del mundo, cuando no somos capaces de ministrar a los que están sufriendo. Necesitan los creyentes que son crucificados en Sudán, oír de nuestra creencia en el Jesús de la prosperidad? Reconocen a nuestro Jesús, el gran solucionador de problemas, los cristianos que son torturados en la China? Cuando tratamos de hablar de Jesús a la mayor parte de un mundo que sufre, éste es el obstáculo más importante. Aunque es posible que hayamos aprendido su lengua particular, somos extraños al vocabulario de su sufrimiento. Nuestra simple falta de disposición a llorar con los que lloran, revela que hemos perdido el vocabulario del lamento.
Cómo podemos decir que seguimos al Varón de Dolores, si estamos tan poco familiarizados con el sufrimiento? Por amor a los que deseamos alcanzar para Cristo, debemos aprender el lamento del Viernes Santo.
En nuestro libro de oración, los Salmos, los de lamentaciones forman el grupo más abundante, pero rara vez los cantamos o nos inspiramos en ellos para orar en las reuniones de la iglesi. Ha olvidado usted que fueron palabras del Salmo 22 las que Jesús pronunció en medio de su sufrimiento en la cruz? Cuando el Señor estaba tratando de encontrar las palabras para expresar el infierno de su atroz abandono por parte de Dios, encontró las palabras en el vocabulario y el lenguaje del lamento. En el momento que estaba siendo más utilizado por Dios, Jesús estaba lamentado. Sólo entonces se pudo convertir en una realidad" el gozo puesto delante de El".
Al apresurarnos al júbilo que nos produce el Domingo de Reesurrección, el gozo precioso que Jesús dijo que nadie podrá quitarnos, hagamos primero una pausa y entendamos que no podremos saborear su ienfable dulzura a menos que primero probemos una vez más la aflicción del Viernes que llamamos "santo". Interactúe con esas dolorosas narraciones de la Pasión al nivel de la imaginación que Dios le ha dado. Esfuercése por sentir lo impotentes que se sintieron aquellos primeros discípulos cuando comprendieron mal el "todo se ha cumpido" con "todo se ha terminado". Luego, talvez, usted y yo podremos expresar a este mundo afligido, caido yfrustrado que nos rodea, un nuevo gozo que nunca habrían podido imaginar que oirían, ni nosotros soñar que les contaríamos.
Dr. Charles F. Stanley