Si peco, perderé mi salvación/ (Heb 6:4-6)
Un acto de pecado no te cuesta tu salvación. Hay quien dice que si pecas tras haber aceptado a Jesús debes ser salvo otra vez. Pero eso no es lo que la Biblia enseña.
Puedes concebir que alguien adopte a un niño y después lo lance a la calle porque comete una falla cuando está aprendiendo a caminar? Cuando como salvos, nos adoptan como miembros de la familia de Dios. Debemos, llenos de amor, por un lado y de santo temor, por el otro, vivir vidas que le agraden. Pero la idea de que un acto pecaminoso pueda hacer que alguien sea expulsado de la familia de Dios no está en la Biblia (1 Jn 1.7,9). Sin embargo, los pecados y rebeliones te arrebatarán el gozo de la salvación. Cuando David pecó no se sintió gozoso, porque se había rebelado contra Dios (Sal 51.12). Sus palabras de entonces fueron: "Y no quites de mí tu Santo Espíritu" (Sal 51.11). Aun cuando había cometido adulterio y era responsable de la muerte de un inocente, esta frase nos revela que todavía poseía el Espíritu Santo. Aunque fue castigado por su pecado, Dios lo perdonó y amó cuando se arrepintió delante del Señor.
Dios te bendiga y te guarde del mal y te libre de tentaciones.
Si uno persevera en el pecado, puede perderse la seguridad de la salvación, pero ello no equivale a una perdida efectiva de ella. Cuando la Escritura dice: "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado", el sentido de la frase en griego no es que el cristiano nunca comete pecado, sino que no persevera en él, rehusando confesarlo y arrepentirse. Una persona nacida del Espíritu de Dios será conducida al arrepentimiento cada vez que peque.
Aun más, leemos en Hebreos 10.29 que si alguien menosprecia la sangre de Cristo y renuncia a la salvación que ha recibido, entonces esa persona puede haberla perdido del todo. Pero el mismo libro dice; "Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores" (Heb 6.9). Es muy difícil creer que alguien que ha nacido de nuevo se aparte tanto de Dios.
Pero podemos pregunarnos: si somos nuevas criaturas en Cristo, Por qué conservamos la capacidad de pecar después del nacimiento? La respuesta es que la perfección cristiana espera por nosotros en el cielo (1 Co 15.54). Así pues, quedamos unidos a Jesús en la salvación, pero somos transformados a su imagen y semejanza progresivamente ( 2Co 3.18). Nuestras vidas se transforman paulatinamente, pero en ningún momento antes de la muerte el creyente alcanza la perfección ( 1 Jn1.8).