Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz (la del Hijo de Dios). Juan 5:28.
¿El Fin de Todo?
Marie Curie (1867-1934), quien obtuvo dos veces el premio Nobel, es una de las más conocidas científicas del siglo XX. Pierre Curie, su marido, también fue un importante investigador, quien igualmente obtuvo un premio Nobel. Pero a la edad de 46 años fue atropellado y murió en seguida.
Después del entierro su mujer escribió en su diario estas estremecedoras palabras: «Lo vimos bajar en la profunda cavidad. La tumba fue cubierta con coronas de flores. Pierre duerme su último sueño. Es el fin de todo, de todo, todo…».
Comprendemos el dolor de la esposa que perdió a su amado esposo, con quien había compartido y trabajado muchos años. No tenía esperanza de volver a verle del otro lado de la tumba: «Es el fin de todo, de todo…».
Pero no, la muerte no es el fin de todo. Jesucristo mismo lo aseguró, y su propia resurrección es la prueba de ello. Con la muerte el ser humano no deja de existir, sino que debe comparecer ante Dios y rendir cuenta de su vida.
Ahora Dios ofrece a todos los seres humanos el perdón de los pecados mediante la obra expiatoria de Jesucristo. El que confiesa su culpa (sus malas obras) y cree en Jesús será perdonado y podrá estar seguro de tener la vida eterna. Quien rechaza el ofrecimiento de Dios será juzgado y condenado por sus obras. Al ser pecador, el hombre no puede justificarse a sí mismo por medio de buenas obras; sólo la “sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
La Buena Semilla
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