¿Se ha preguntado quién
pone límites al obrar de Dios? Aunque le parezca
extraño
y quizá razone que
estoy expresando una herejía, estoy convencido
que los límites para
que nuestro amado Señor
opere milagros, prodigios y señales en nuestras
vidas,
los ponemos usted y yo.
¿De qué manera? Cada
vez que dudamos y concebimos una pregunta
frustrante:
"¿Será que Dios
me responde con un milagro?" En ese instante
levantamos un
enorme muro que a
nosotros nos inquieta. ¿Qué dice la Biblia al
respecto?
El autor sagrado
escribió: "...nada hay imposible para
Dios"(Lucas 1:37).
¿Se da cuenta de qué
significa esto? Que no hay fronteras ni barreras
y que los
primeros diques que
debemos derribar son las limitaciones mentales
que minan nuestra fe.
En el nombre de Jesús
ocurren milagros
Cierto día que Pedro y
Juan iban camino del templo, se dirigió a ellos
un hombre
de cuarenta años que
desde su nacimiento no había podido caminar.
Los apóstoles
estaban sin recursos económicos para auxiliarlo
pero Pedro,
en el nombre del Señor
Jesús, le instó a caminar
y tomándolo de la mano
le levantó.
Al instante se le
afirmaron tendones y músculos.
¡Ocurrió un milagro en
su existencia! (Hechos 3:1-7).
Al ser interrogados
respecto al por qué había ocurrido la sanidad,
Pedro respondió:
"Por la fe en el nombre de Jesús, él ha
restablecido
a este hombre a
quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene
por
medio de Jesús lo
ha sanado por completo, como les consta a
ustedes"
(Hechos 3:16.
¿Por qué ocurrió el milagro? "Por la fe en el
nombre de Jesús... "
¿De dónde viene esa fe?
Pedro advierte que "Esta fe que viene por medio
de Jesús.
.." ¿Qué ocurrió? Que
el hombre fue sanado totalmente.
Rompa la barrera
Es imperativo romper
esa barrera que nos separa de los milagros.
Tenemos que
aprender a creer que en el nombre de Jesucristo,
a quien Pedro llamó "el
autor de la vida" (Hechos 3:15) ocurren señales
y prodigios
que rompen con toda
lógica humana y entran en la categoría de
"milagros".
¿Cómo comenzamos el
proceso? Creyendo y orando. Es la pauta a
seguir.
El tercer paso es
esperar en la voluntad divina. El tiene su
propio tiempo.
De lo que sí podemos
estar seguros es de que responderá.
No se hará
esperar toda una vida.
Tal vez está
atravesando por una situación angustiosa, una
enfermedad
que los médicos
diagnosticaron como incurable o un problema
personal que
considera, ni usted
mismo puede resolver. Pero sí es posible
encontrar una
salida al laberinto
confiando en Aquél que todo lo puede.
Ore. Siga adelante en
su clamor, sin desmayar. Dios responderá
Autor: Fernando Alexis Jiménez