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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 01/05/2010 13:51

20071126124006_ROSABRANCA_BJO.jpg picture by mardeanjos

 

 

El aguijón en la carne

Cuando Dios no quita el dolor

por F.L. Stone

Mi gracia salvadora ha sido siempre ésta: no pensar en lo que ya no puedo hacer. Pero la otra noche, mi diaria y habitual aceptación de la realidad fue sacudida por un recuerdo fugaz que trajo lágrimas a mis ojos. Había olvidado el poco esfuerzo que significa para mí hacer (o incluso pensar en) cosas sencillas, tan sencillas que nunca pensaba en ello. Era la feliz ignorancia de un regalo disparatadamente maravilloso. Algo del pasado.

La carga que tengo que soportar es el dolor físico permanente. Después de diez años, he aprendido a no pensar en él y depender del efecto de la medicina. Pero una vez que deja de actuar (o yo hago mucho esfuerzo), es como si un tornillo gigante me prensara el cuerpo y me produjera un dolor que me domina por completo. Sin embargo, no creo que lo mío sea peor que lo de cualquier otra persona. Mucha gente enfrenta dolencias físicas que me dejarían perpleja; y aunque no sea éste el caso, hay quienes probablemente están luchando con una carga de apariencia diferente, pero igualmente pesada.

Es igual, todos tenemos que llevar una carga, algo que el apóstol Pablo llamó "un aguijón en mi carne" (2 Co 12.7-10). No hago caso de todas las especulaciones sobre lo que pudo haber sido su aguijón; los detalles no es lo importante. Dudo que Pablo no haya mencionado detalles por ser un hombre particularmente reservado, o porque le diera vergüenza compartir un padecimiento físico común y corriente, o una horrenda tentación. Después de todo, estaba compartiendo una conversación con Dios, muy sensible y personal, en la que expone su agonía —por el aguijón mismo, y por el hecho de que Aquel que tenía el poder de sacarlo de inmediato no lo haría. Además, Pablo sabía muy bien que todos sus lectores tenían su propio privado e inevitable sufrimiento.

Lo importante fue la respuesta de Dios a la súplica de Pablo por la liberación: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (v. 9). Esta afirmación de esperanza habla del dolor de una manera extraña que ha confundido a la humanidad desde el tiempo de Job hasta el presente: la idea no sólo de que el dolor más inexplicable es valioso, sino también que la presencia de Dios puede estar en el sufrimiento y convertirlo en algo totalmente diferente.

Por un lado, abundan los clichés de que, al final, las cosas serán para nuestro bien, o para alabar al Señor. Cualquier persona de fe que experimenta dolor de manera constante, sabe lo doloroso que puede ser el exceso de espiritualidad. Estamos hartos de las personas que, sin mucha reflexión, nos citan versículos de la Biblia sobre la bienaventuranza del sufrimiento. Estamos cansados de implorarle a Dios, día tras día, que nos sane, y entonces (aunque ya hemos aceptado que no es su voluntad hacerlo) algunos creyentes piadosos nos dicen que no lo hace porque no tenemos suficiente fe, o porque debe haber pecado no confesado en nuestras vidas. Pero esta realidad del poder de Dios hecho perfecto en el centro mismo del dolor va más allá de las frases o actitudes piadosas, o de la mala teología de los insensibles amigos consoladores de Job. En todo caso, se trata de la subestimación espiritual del dolor.

Aunque el Nuevo Testamento está lleno de reiteraciones sobre la gloria futura que puede venir del sufrimiento, debemos tener en cuenta que los destinatarios originales de las cartas eran creyentes duramente perseguidos que lidiaban a diario con la posibilidad de perder sus medios de subsistencia o incluso sus vidas, y que sabían lo que era ser golpeados, torturados, humillados sin piedad y liquidados —sólo por su fidelidad a "el Camino" de Jesús. Muy distinto a lo que nosotros, en Occidente, al menos, decimos que es nuestra "persecución religiosa".

Sin embargo, la conocida respuesta de Dios no tenía que ver con las pruebas relacionadas con la persecución. Estaba hablando a aquellos de nosotros que hemos hecho todo lo posible por hacer frente a la depresión crónica. O a aquellos de nosotros atrapados dentro de nuestro cuerpo o de nuestra mente por alguna discapacidad que nos impide la interacción con el resto del mundo de la forma que queremos. O incluso a aquellas que han intentado una y otra vez, sin resultado, quedar embarazadas o mantener el embarazo; o a aquellos de nosotros que lo único que queremos es que nuestra familia no sea tocada por nada, pero sabemos que eso no está dentro de nuestro control.

 

Continúa......

 

  

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Perla Enviado: 01/05/2010 14:03

20071126124006_ROSABRANCA_BJO.jpg picture by mardeanjos

 

 

El aguijón en la carne

Cuando Dios no quita el dolor

por F.L. Stone

Lo que Dios está diciendo transciende infinitamente los temas religiosos. Él no está comentando la apologética del problema espiritual del mal, ni el problema metafísico colectivo del sufrimiento humano. Está hablando del dolor personal, privado, que nadie en el mundo puede experimentar por usted, o entender completamente.

El poder de Dios que mora y surge de nuestra debilidad no es sólo para ayudarnos a soportar con paciencia y sobrevivir. Se trata de su gracia, que se hace perfecta en nuestras vidas, gracia que no sólo es suficiente para mantener los latidos de nuestro corazón, porque la naturaleza de ella es su capacidad de transformar. Esto va más allá del sufrimiento; es algo misterioso que tiene que ser experimentado para ser comprendido. Como dice la Sra. Cowman en su clásico devocional "Manantiales en el desierto", no sabemos el verdadero significado de las palabras hasta que las hemos experimentado. Hasta que hayamos vivido con desesperación la necesidad de la gracia y el consuelo divinos, no conoceremos la verdadera realidad o el poder de éstos.

La realidad es la siguiente: el Creador está revelando literalmente su propia historia por medio de la suya, ha entrado en el dolor que usted sufre llevándolo sobre sus espaldas, para que no tenga que hacerlo solo. Sus palabras hablan a un período temporal en el que su gracia es suficiente; a un momento en el que su sacrificio ha vencido las tinieblas que al inicio desnaturalizaron y corrompieron al mundo que Él había creado, pero en el que nuestro libre albedrío tiene todavía que actuar hasta el final de este capítulo sobre la tierra. Sabemos lo que habrá después: nuestra esperanza será real, y ya no veremos a través de un oscuro y borroso espejo, porque todo habrá sido hecho nuevo.

Esta esperanza de lo que llamamos "cielo" rara vez parece tan real como lo que está justo frente a nosotros en nuestra naturaleza limitada por el tiempo. Se puede sentir como vago y difuso, como apenas un concepto escondido en las remotas regiones que están más allá de nuestras fantasías.

Es en la debilidad perfecta que Dios ha escogido hacer su morada. Esto es, después de todo, el corazón del evangelio: que el soberano del universo se despojó de su poder y escogió la debilidad como su manto, para entrar en nuestro mundo y llevar su dolor en sí mismo por nosotros. Ésa es, en verdad, nuestra gracia salvadora.



La Palabra de Dios es viva. Su Palabra tiene que estar viva cuando la vivamos.
Porque si no la encontramos viva, sencillamente no hemos visto la Palabra
de Dios.  Watchman Nee
En medio de cualquier angustia se un adorador, esto traerá paz y gozo y
serás fortalecido porque Él hará descender Su manto de algría y Su óleo de
gozo sobre ti y te elevará a un lugar de reposo para tu espíritu, alma y cuerpo.
En Su amor y mi amor,

 


http://www.gabitogrupos.com/MinisterioMujeresenVictoria

 

 

  

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