Así como el cuerpo
es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo,
aunque son
muchos,
constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. Pues por un mismo
Espíritu todos fuimos bautizados
en un solo cuerpo,
ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a
beber del mismo Espíritu.
Fiel
es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su
Hijo Jesucristo, Señor nuestro.
Lo
que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que
también vosotros tengáis
comunión
con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su
Hijo Jesucristo.
Si
andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos
con los otros, y la sangre de
Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.
Estas cosas habló
Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado;
glorifica
a tu Hijo, para
que el Hijo te glorifique a ti,
Mas
no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí
por la palabra de
ellos,
para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti,
que también
ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Fil.
1:5 I Co. 12:12,13; 1:9 I Jn. 1:3; 1:7 Jn. 17:1,20,21