Les
dijo también Gedeón: Quisiera pediros que cada uno de vosotros me dé
un
zarcillo de su botín (pues tenían zarcillos de oro, porque eran
ismaelitas).
Y
ellos dijeron: De cierto te los daremos. Y tendieron un manto, y
cada uno de
ellos
echó allí un zarcillo de su botín. Y Gedeón hizo de ello un efod,
y lo
colocó en Ofra, su ciudad, con el cual todo Israel se prostituyó
allí, y
esto
vino a ser ruina para Gedeón y su casa.
Pero
tú, ¿buscas para ti grandes cosas? No las busques.
Y
dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón,
para impedir
que
me enalteciera, me fue dada una espina en la carne.
Nada
hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde
cada uno
de
vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo.
El amor es
paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es
jactancioso,
no es
arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se
irrita,
no toma en cuenta
el mal recibido.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí.