Jeanne Guyon
Juan Wesley la describe como "un modelo de verdadera santidad". Sin embargo, Jeanne Guyon (1648-1717) sufrió mucho en su incansable búsqueda de Jesucristo. Nacida en Montargis, Francia, Jeanne conoció a Dios a temprana edad. devoraba la Palabra e incluso se pegaba un papel con el nombre de Jesucristo, para recordarlo constantemente. Su matrimonio con Jacques Guyon la arrastró a una adinerada sociedad parisina y ganó una suegra que se empeñó en humillarla. Soportaba el ridículo y el rechazo, porque creía que el sufrimiento era necesario para desarrollar la semejanza de Cristo Aceptaba la tribulación y esta llegaba frecuentemente a su vida. Luchó con la viruela victoriosamente, pero perdió un hijo y una hija de la misma enfermedad. Su dolor solo alimentaba su deseo de ayudar a los pobres y necesitados. Muchas veces curó las heridas de la gente del pueblo, sació a los hambrientos, o pagó por el funeral de los indigentes. A los veintiocho años enviudó. después de muchos intentos infructuosos de hacer la paz con su suegra, finalmente se fue del hogar con sus tres hijos sobrevivientes. cinco años más tarde, se unió a la "vida apostólica" y viajó en un peregrinaje espiritual de ocho años por Francia y Suiza. Enseñó la oración eficaz y enfatizó la importancia de la santidad basada solamente en la fe. Su popularidad entre el pueblo aumentó, así como el ataque religioso contra ella. Los líderes celosos de la iglesia la llamaron hereje, quemaron sus libros públicamente, destruyeron su casa y le quitaron a sus sirvientes. Finalmente, Jeanne pasó siete años en prisión por sus creencias, cuatro de ellos en las condiciones horribles de la Bastilla. Durante los dos últimos años se le prohibió hablar o escribir a nadie. Como resultado, se dedicó más apasionadamente a la oración y a la escritura, desarrollando una fuerza interna espiritual que pocos cristianos han conocido. Jeanne Guyon sufrió tremendamente, no obstante, su profunda influencia espiritual sobre otros venía de su determinación de glorificar a Dios. "Mi vida está consagrada a Dios", dijo, "para sufrir por Él, así como regocijarme en Él
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Padre celestial, ayúdanos a ser como esta bella mujer Jeanne, no permitas que seamos mujeres quejosas, que aprendamos a guardar silencio y soportar todo por amor a Ti, que todo nos lleve únicamente a buscar tu rostro en oración, comprendiendo que si Tú lo permites es para nuestro propio bien, porque Tu mayor deseo es que permanezcamos bajo la sombra de tus alas, y ahi nos fortalecerás para el tiempo adverso, nos darás direcciones a seguir Tú irás delante de nosotras y enderezarás los lugares torcidos; quebrantarás las puertas de bronce, y cerrojos de hierro harás pedazos.. para que Tu hija pase victoriosamente porque en Ti ha confiado, en el nombre de Cristo Jesús, Amén
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