El toque del
Espíritu
Léase el Salmo 23
Aunque pase por el
más oscuro de los
valles, no temeré
peligro alguno,
porque tú, Señor,
estás conmigo; tu
vara y tu bastón me
inspiran confianza.
-Salmo 23.4
POR algún tiempo
sentí una inquietud,
un deseo de ayudar a
quienes sufren de
enfermedades
terminales en
nuestra comunidad.
Sin embargo, la
incertidumbre, la
ansiedad y un
sentido de
incapacidad impedía
que diera el paso
para ayudar.
Reconocía la
magnitud del desafío
y mis propias
fragilidades
humanas, y esto me
mantenía renuente a
servir.
Mientras oraba,
comprendí que Dios
no me pedía sólo que
sirviera, sino que
prometía estar
conmigo. Con esa
seguridad, me ofrecí
como voluntario.
Clamo a Dios según
viajo por las
carreteras
polvorientas o las
autopistas
congestionadas para
visitar a los
enfermos, orando
para que el Espíritu
Santo me use para
revelar el amor de
Dios a mis nuevos
amigos. Siento la
presencia de Dios
mientras recojo las
hojas o podo el
césped de sus
patios, o hago para
ellos otras cosas
que ya ellos no
pueden hacer. Soy
bendecido cuando me
hablan de corazón
sobre los asuntos de
los cuales se
arrepienten, del
amor, de las
bendiciones, del
perdón y de cómo
Dios camina con
ellos hacia la
eternidad.
Sr. Doug M. Quinn
(Oklahoma, EUA)
Oración:
Oh Dios, ayúdanos a
comprender que nunca
estamos solos. No
importan los
desafíos; estás con
nosotros. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL
DÍA
¿Dónde quiere el
Espíritu que sirva?
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