Acciones y actitudes
Una lección difícil para todos los seguidores de Cristo, es que nuestro fruto espiritual puede ser de dos formas: el fruto de la actividad y el fruto de la actitud. La actividad se refiere, obviamente, a las cosas que hacemos a las obras que realizamos para el Señor. Pero aunque estas obras pueden ser maravillosas, no siempre podemos confiar en ellas. Jesús mismo alertó sobe el error de confiar demasiado en lo que hacemos. (véase Mateo 7:21-23) El fruto de la actitud, en cambio, es una indicación mucho mejor de lo que está sucediendo en nuestro espíritu. Cuando el Espíritu Santo obra en nuestras vidas, su fruto se manifiesta primero en nuestras actitudes. Cuando estamos sometidos a la influenciad su amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, nuestra actitud interior afecta nuestra conducta exterior. El cambio viene desde adentro cuando el Espíritu Santo modifica nuestra manera de pensar (Ro 12.2). Esta transformación de la actitud interior está directamente en consonancias con la verdadera definición de arrepentimiento: un ambio de conducta.
Si le damos al Espíritu Santo todo el control de nuestra vida, y nos dedicamos a crecer en Él, comenzaremos a notar cambios en nuestros pensamientos y acciones. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, el fruto del Espíritu simplemente el resultado natural de lo que está sucediendo dentro de nuestros corazones, y no podemos evitar mostrar al mundo lo que nos hace diferentes.
Esto no significa que vamos a tener éxito siempre. ¿Podré amar a todo el mundo en este momento? ¿Estaré alegre todo el tiempo? NO, no será así. Pero nuestras fallas circunstanciales no nos convierten en fracasados espirituale. Recuerde que todavía estamos viviendo en un mundo pecaminoso y en tinieblas, y que nuestro espíritu sigue batallando con las influencias externas. Sin embargo, si empezamos a acentuar la obra del Espíritu Santo, siguiendo la dirección de Dios y poniendo en práctica Su Palabra, iniciaremos un tiempo de madurez y de crecimiento sin precedentes, que se traducirá en un cambio total de nuestra personalidad y de nuestras prioridades.
Dr. charles F. Stanley
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12.2
Deja que la Palabra de Dios y su Espíritu Santo transformen radicalmente tu manera de pensar. Renueva tu mente para conocer y poner en práctica la voluntad de Dios, ofreciendo tu cuerpo en sacrificio vivo.
Fondo By Perla
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