El peso de la Culpa falsa
Juan 14.26, 27
La culpa es una respuesta emocional a una mala acción. La experimentamos
cuando violamos las leyes humanas o los mandamientos de Dios. Pero, ¿qué
pasa cuando no hemos violado ninguna ley, y sin embargo nos sentimos como
si hubiéramos hecho algo malo? ésa es la culpa falsa, un sentimiento
innecesario y a menudo paralizante.
La culpa falsa puede tener su origen en una niñez traumática en la que la
persona se culpa por problemas sobre los cuales no tuvo ningún control. Este
patrón de culparse a sí mismo puede seguir en la edad adulta. Tal vez enfrentamos
críticas por no cumplir con las expectativas de nuestros empleadores o
familiares. El abuso verbal puede afectarnos hasta hacernos ver como
indignos o inútiles. Terminamos sintiéndonos culpables por no satisfacer
las expectativas de alguna persona.
Otros somos perfeccionistas que tratamos de hacerlo todo bien desde el
principio. Pero, ya que no siempre pueden hacerse las cosas a la perfección,
la culpa es un acompañante frecuente. Sin embargo, no hemos violado ninguna
ley bíblica. Si nos ponemos a pensar: "Debería haber hecho más, o pude haber
actuado mejor", podemos estar cayendo en la trampa del perfeccionismo.
Hay casos en los que nuestros esfuerzos no fueron lo que debieron haber sido,
pero ésa no es una razón para sentirse culpable.
Los cristianos cometeremos errores de juicio y, como resultado, experimentaremos
sentimientos de condena. Pero 1 Juan 1.9 nos dice que debemos acudir a Dios y
confesarle nuestro pecado. Si no hay una razón bíblica o legal para sentirse
culpable, pídale al Señor que le ayude a dejar la culpa falsa, y a reemplazarla
por la paz que Jesús prometió.