La Promesa Divina Cómo entender los caminos de Dios
Por Charles F. Stanley
Nuestros errores
Algunas veces no somos capaces de distinguir entre necesidades y deseos. En primer lugar, quiero aclarar que tener un deseo no es necesariamente pecado; sin embargo, algunas cosas que queremos no son, en realidad, esenciales; muchas veces, incluso no sean buenas para nosotros. Nuestro error es esperar que Dios nos dé las cosas que anhelamos, pero que Él no ve como necesidades.
Cuando no soy capaz de encontrar la diferencia, rindo mi deseo al Señor, y le pido que me muestre si es importante. Porque no quiero nada fuera de su voluntad, le pido que me quite mi anhelo si no proviene de Él. Cada vez que hago esto, Él lo sustituye por algo que es su voluntad para mi vida.
Sin embargo, algunas cosas que deseamos sí se alinean con los planes de Dios para nosotros. Siempre que queramos algo que contribuya al desarrollo de un carácter como el de Cristo, Él se deleitará en dárnoslo. Salmo 37.4 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Nuestra meta debe ser siempre deleitarnos de tal manera en nuestra relación con el Señor y en sus planes para nosotros, que queramos solo lo que a Él le agrade.
El segundo error que cometemos es aislar a un pasaje o a un versículo bíblico de su contexto. Muchas personas reclaman la promesa de Dios de proveer que se encuentra en Filipenses 4.19, pero no toman en cuenta el contexto de ese versículo. Esta garantía fue dada a los creyentes de Filipos que estaban activamente involucrados en el sostén de Pablo y de su ministerio. “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (vv. 18, 19).
El principio de la fidelidad del Señor de proveer para las necesidades de quienes dan con generosidad, se encuentra en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Según el v. 19, Él suplirá nuestras necesidades “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. No podemos pasar por alto el contexto, porque éste da la base para la promesa, y revela que los recursos de Dios vienen a nosotros como resultado de nuestra relación con Cristo.
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