En el principio
Las primeras palabras del Evangelio de Juan nos dicen que Jesús, el Verbo de Dios, era uno con el Padre en el comienzo del tiempo; que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (1.1-2). Todo lo que vemos con nuestros ojos, con nuestros microscopios, con nuestros telescopios, y mucho más allá, cobró existencia por medio de su omnipotencia.
Sabemos por datos científicos que el universo visible contiene un estimado de 100 mil millones de galaxias, cada una de las cuales tiene un diámetro de millones de trillones de millas de ancho; y que cada galaxia contiene cientos de miles de millones de estrellas. Eso significa que en el universo hay más de mil millones de trillones de estrellas. Para poner en perspectiva estos números astronómicos, circundar la tierra siete veces en un segundo requeriría viajar a la velocidad de la luz (casi 300.000 kilómetros por segundo); pero incluso a esa velocidad, para cruzar el universo conocido se necesitarán al menos ¡28 mil millones años! Aún más alucinante es que la mayoría de los científicos coinciden en que el universo se está expandiendo.
La energía y el poder que hay en los trillones de estrellas son incalculables. El sol, la estrella de nuestro sistema solar, calienta a la tierra y crea toda la energía que hace funcionar a nuestro sistema climático con sólo una mil millonésima parte de su energía. Más de un millón de Tierras cabrían dentro de él; sin embargo, es solo una estrella de tamaño mediano; la más grande conocida, la VY Canis Majoris, es alrededor de 2.100 veces más grande que el sol. Eso significa que nuestro sol cabría 9.200.000.000 veces en ella.
El Hijo de Dios hizo todas estas cosas; ¡les dio el poder que tienen! Y estamos mirando solo el poder creativo, apenas una pequeña fracción de todo el poder que le pertenece al Creador, quien es infinitamente mayor y más glorioso que las maravillas que Él hizo.
Fue este Creador quien se despojó de toda esa gloria y de todo ese poder para poder entrar a un pequeño planeta de la Vía Láctea, y a un insignificante lugar del Medio Oriente, viniendo a este mundo al igual que nosotros: como un vulnerable bebé.
Ese pequeño niño, que luchó por salir de su madre, y que durmió su primera noche en un pesebre, pero que seguía siendo total y verdaderamente Dios, se despojó de su gloria pero no de su esencia. El que era “la imagen del Dios invisible”, se convirtió también en “el primogénito de toda creación” (Col 1.15-17). El que mantiene todo unido por su poder, se permitió ser tan impotente que su existencia misma dependía de un humilde ser humano.
Es posible que para algunos no sea difícil creer que nuestro Creador nos amó y quiso que nos acercáramos más a Él, aun cuando nuestro pecado había creado una profunda fisura entre nosotros. Pero lo que debe ser una maravilla absoluta para todos nosotros es todo lo que Él estuvo dispuesto a hacer para salvar ese abismo y estar con nosotros. El pesebre es un testimonio impactante del amor de nuestro Dios, y de su compromiso de traer a su creación de nuevo a Él.
Dan Schaffer
El Ministerio Mujeres en Victoria en este mes de diciembre, estaremos profundizando en el maravilloso Regalo que Dios nos dio en la primera Navidad, y la manera como podemos aprender a adorarle con todo nuestro ser. porque... XCuánto sabe usted en realidad sobre Jesucristo y las razones por las que celebramos Su nacimiento? No te pierdas estos maravillosos mensajes!!
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