Aquí hay dos cosas simples y sencillas, (como todo lo que hace Dios):
Confesión y fe.
Si usted cree, usted puede confesar.
Pero la fe no es ambigua, ni etérea. No es que usted crea que Dios existe.
Esa fe no salva a nadie.
(El diablo también cree y tiembla).
Usted debe creer algo respecto de Dios y algo respecto de Jesús.
Crea usted que Dios resucitó a Jesús.
Y crea que Jesús es el Señor.
Porque si Dios resucitó a Jesús, entonces Jesús es el Señor.
Y si es el Señor, es poderoso para salvar.
¡Esto no es una salvación a años plazo!
¡No es una salvación condicionada!
¡Esta es la salvación de Dios!
¡Perfecta, plena, eterna!
Si esta es la salvación que usted tiene, nadie se la puede quitar.
Si no la tiene, nadie sino Dios se la puede dar.
Si le han contado de una salvación “ganable”por medio de obras de justicia propia,¡esa no es tal!
Esta es la fe que salva.
Es una fe portentosa. Es un regalo de Dios.
Esta fe transformará su vida.
¿Cómo lo sé yo?
¿Cómo es que se lo puedo asegurar?
Porque ha transformado a miles antes que a usted.
¡Y me transformó a mí también!
Usted no tiene que subir al cielo, ni bajar al abismo, para alcanzarla.
Usted tiene esta posibilidad ahora.
Ahí, donde está. Con este libro en sus manos (o sin él), usted puede confesar y creer.
Primero confiese, luego recibirá fe para creer.
¡Algo portentoso ocurrirá dentro de usted!
¡Usted será salvo!
Esta es la simple respuesta a la más grande pregunta que un hombre se puede formular.
¡Es la respuesta de Dios!
Bendiciones!!!
GIANNELLA
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas ..