LLEGAR A CONOCER A DIOS
El primer paso en nuestra búsqueda de intimidad con el Señor es llegar a conocerle
—quién es Él, qué hace, cómo piensa, y qué desea. Aunque Dios es invisible e inaudible
para nuestros sentidos físicos, una relación íntima con Él se cultiva de la misma manera
que las amistades humanas: pasando tiempo juntos, comunicándonos, siendo vulnerables,
y compartiendo intereses.
Pasar tiempo juntos. Nunca conseguiremos relacionarnos con el Señor a menos que
invirtamos tiempo y esfuerzos para llegar a conocerle. Una relación descuidada
simplemente no crecerá en riqueza o profundidad. ¿Está usted demasiado ocupado
para pasar tiempo con Él cada día? Si es así, las exigencias apremiantes de su agenda
le están robando un grandioso tesoro eterno: la grata y profunda comunión con Dios.
Comunicación de doble vía. La mejor manera de conocer al Señor es a través de la
comunicación. Pero nuestras oraciones son a menudo monólogos en vez de diálogos.
Venimos a Él con nuestra lista de preocupaciones, pero ¿con qué frecuencia tomamos
el tiempo para escuchar su respuesta? Aunque Dios se deleita en escuchar nuestras
oraciones, Él también quiere que le escuchemos en quietud.
Puesto que Él nos habla sobre todo por medio de su Palabra, es allí donde más
probablemente escucharemos su voz. Trate de interactuar con el Señor, orando mientras
lee la Biblia. Medite en sus palabras, y hágale preguntas. "¿Qué me estás diciendo?
¿Cómo se aplica esto a mi vida?" Entonces, esté quieto y escuche, dándole tiempo para
que Él hable a su espíritu. Solo recuerde que cualquier cosa que Él diga, nunca
contradecirá su Palabra escrita. Cuanto más le escuche, más oirá su voz, y pronto
su tiempo con Él se convertirá en su mayor deleite.
Vulnerabilidad. Otro factor importante es nuestra disposición a ser abiertos y honestos,
exponiendo al Señor cada área de nuestras vidas. Nadie puede ser forzado a tener una
amistad con Dios. En realidad, la profundidad de esta relación está limitada a la extensión
de nuestra transparencia con Él. Aunque la respuesta natural es reducir esa vulnerabilidad,
tenemos que recordar que Él ya nos conoce por dentro y por fuera, y que nos ama más
de lo que podemos entender.
Intereses compartidos. Si queremos crecer en unidad con Dios, debemos aprender a
compartir sus intereses. Él siempre está atento a nuestras preocupaciones, pero ¿nos
interesan en realidad sus deseos y propósitos? ¿Está usted más interesado en el Señor, o
en lo que Él pueda darle? Las oraciones centradas en nosotros mismos, la falta de
atención a su Palabra, y las agendas demasiado ocupadas le envían un mensaje al Señor:
"¡No estoy interesado en ti!" Si su relación con Dios parece estar estancada, tal
vez es porque usted está centrado en sí mismo.