Para ayudarnos a comprender en qué consiste relacionarnos con el Señor, examinemos los escritos de David, a quien la Biblia llama un hombre conforme al corazón de Dios (Hch 13.22). Salmo 63.1-8 da una viva descripción de su absorbente pasión por su Señor.
Anhelo de Dios. El elemento más evidente en este salmo, es una sed y un anhelo por el Señor (v. 1). Cualquier otra búsqueda en la vida parece un seco desierto en comparación con una relación íntima con Dios. Nuestras almas y nuestros espíritus jamás estarán satisfechos hasta que descubramos el gozo de la devoción al Único que puede llenar nuestro vacío (v. 5). La pasión de David tenía, incluso, un elemento físico: "mi carne te anhela" (v. 1). A veces, quienes tienen una relación particularmente estrecha con el Señor, sufren por no tener más de Él.
Sentidos espirituales avivados. El segundo aspecto de la profunda relación de David con Dios, era su capacidad de verlo (v. 2). Uno de los resultados de tal intimidad es el avivamiento de nuestros sentidos espirituales. Al aprender a conocerle más profundamente, "vemos" a Aquel que es invisible. Nuestra comprensión de su naturaleza y de sus caminos aumenta de manera dramática; la Biblia cobra vida y propósito; y una nueva sensación de discernimiento guarda nuestra mente. Junto con esta sensibilidad espiritual viene la clara comprensión de que todo se origina en el Señor, no en nosotros mismos.
Nuevos valores y nuevas prioridades. Pronto nuestra relación con Dios se convierte en lo mejor de nuestra vida, y tiene prioridad sobre todo lo demás (vv. 3, 4). Ninguna otra búsqueda es más valiosa. Todas las posesiones, el poder, los placeres y el prestigio que ofrece este mundo se vuelven vanos después de experimentar la plenitud de conocer al Señor.
Satisfacción y realización personales. Dios se apodera de nuestros pensamientos y de nuestras emociones (v. 5, 6). ¿Recuerda usted lo que se siente estar enamorado? Nadie tuvo que decirle a usted que pensara en su ser amado; sus pensamientos volaban automáticamente a esa persona. Así es como se siente cuando amamos al Salvador. El gozo de estar en su presencia nos satisface como ninguna otra cosa.
Confianza y dependencia. Dios se convierte en nuestro refugio en las tormentas de la vida cuando nos deslizamos debajo de sus alas protectoras y nos aferramos a Él con total dependencia (vv. 7, 8). Quienes conocen la intimidad con Él sienten la seguridad que se tiene cuando se someten a su voluntad. Puesto que conocen el corazón del Señor y confían en su bondad y en su sabiduría, no tienen ninguna razón para temer.
¿Quién no querría tener una experiencia rica y gratificante con el Señor? Pero no sucederá de forma automática o accidental. Pensemos en cómo se desarrollan las relaciones humanas. Las amistades no son instantáneas; deben ser cultivadas con el tiempo. De la misma manera, a la unidad espiritual con el Todopoderoso hay que buscarla de manera diligente.
Dr. Charles F. Stanley
Alabad a Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová y su poder, Buscad siempre su rostro. Salmo 105.1-4
Nuestra alma espera a Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado Salmo 33:20,21 Buscadle mientras puede ser hallado y encontrarás paz. En Su amor y mi amor
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas ..