El dolor y la aflicción son parte de la vida. Todos sufrimos la pérdida, ya sea mediante la muerte, las relaciaones rotas, la ruina financiera, lo sueños no realizados, o por una miríada de otras causas. Los cambios en nuestras circunstancias frecuentemente traen como resultado la pérdida de algo, o alguien, que nos es querido. Es importante para nosotros no negar nuestro dolor, y tomar tiempo para llorar nuestras pérdidas. Si no nos damos tiempo para expresar nuestro dolor, nuestras heridas puede que nunca se sanen.
Samuel se lamentaba por la pérdida de Saúl como rey. Pero la aflicción de Samuel se extendió más allá del tiempo que Dios había designado. En este pasaje de 1 Samuel 16:1 "Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Isael? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén; porque de sus hijos me he provisto de rey". Dios se enfrenta a Samuel y lo amonesta a que siga su vida. ¿Por qué? Porque el dolor de Samuel podía haber causado que perdiera el próximo paso de Dios a través de David.
Eclesiastés 3.4 nos recuerda que hay "tiempo de llorar y tiempo de reir; tiempo de endechar y tiempo de bailar" Dios no espera que ignoremos la pérdida y nos neguemos el tiempo de lamentarnos y atravesar por nuestro dolor. Pero hay un tiempo para abandonar el dolor. Satanás sabe, que si podemos prolongar nuestros períodos de lamentos, puede impedir que nos movamos hacia las cosas nuevas que Dios tiene para nosotros. Tal y como Samuel estaba en peligro de perder la transición que levó Israel de reinado de Saúl a David, nosotros también podemos estar en peligro de perder la transición al nuevo orden de Dios para nuestras vidas.
Las lamentaciones nos roban las fuerzas; frecuentemente, la misma fuerza que necesitamos para lanzarnos al nuevo propósito y plan de Dios. Durante un período apropiado de dolor, la gracia de Dios cubre nuestra falta de fuerza natural. ¡Pero cuando el Señor quiere ya hacernos andar, esa gracia se levanta y podemos quedar vulnerables y débiles, incapaces de dar el salto necesario del dolor a la mañana! ¡Podemos perder al rey David mientras nos lamentamos por Saúl!
¿Cómo hacemos la transición? Confiando en Dios en los períodos de cambios, y sin resistir cuando el Espíritu nos impulsa hacia delante. Dios provee el aceite del gozo para el dolor, da belleza a las cenizas, Él da resurrección de vida cuando hemos experimentado la muerte; si le dejamos. Cuando nos apoyamos en Dios, confiando que el Espíritu Santo nos vea completamente, ¡Él nos llevará más allá del dolor, de las cenizas y la muerte, al gozo, la belleza y la nueva vida!
Las pérdidas que ha sufrido siempre serán parte de su historia, la parte que la ha hecho lo que es hoy. Es correcto sentir dolor de vez en cuando mientras visita de nuevo esos lugares. Pero no deje que el enemigo de su alma le robe el futuro hermoso que Dios ha ordenado para usted porque todavía esté lamentando las pérdidas de su pasado.
Rebecca Wagner Sytsema Gracias amado Padre celestial, porque has cambiado mi lamento en baile: Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callada. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre. Tú comprendes oh Jesús amado, cuando perdemos a un ser querido, a un amigo, el dolor que sentimos porque Tú lloraste ante la tumba de Lázaro, pero el hombre sabio, sabe que hay un tiempo para llorar y este no puede ser muy largo porque puede debilitarnos, y debemos de mantener el gozo que mana de Dios y ha sido derramado en nuestros corazones, porque ese gozo nos fortalece y evitamos debilitarnos porque entonces seremos presa fácil para el enemigo de nuestras almas. Mas tú Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Dios te bendiga hoy y siempre,
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
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