El valor
de
buscar
al Señor
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SALMO
119.1-8
Abril
14, 2011
Todos
tenemos
ambiciones
y
deseos.
Y aunque
ellos no
son
necesariamente
malos,
debemos
analizar
nuestras
prioridades.
¿Dónde
invierto
mi
tiempo y
mis
energías?
¿Qué
cosas o
quiénes
ocupan
mis
pensamientos?
Pero,
por más
importantes
que sean
las
responsabilidades
y las
relaciones
terrenales
que
tengamos,
no
pueden
compararse
con el
valor de
una vida
dedicada
a buscar
al
Señor.
Primero
que
todo,
pensemos
en lo
que
significa
buscar
algo. La
palabra
denota
un
fuerte
deseo y
una
búsqueda
enérgica
para
tenerlo.
Suponga
que
usted
descubrió
una mina
de oro
en su
propiedad.
No daría
una
tranquila
vuelta
de vez
en
cuando
para
verla.
No. Se
buscaría
un
equipo
para
explotarla,
y cada
día se
afanaría
por
sacar el
precioso
metal de
las
piedras.
De
igual
forma,
buscar
al Señor
no se
trata de
tener un
encuentro
fugaz y
ocasional
con Él,
sino
esforzarse
al
máximo
por
conocerle
más
íntimamente
y
seguirlo
más de
cerca.
Quienes
buscan
sin
reservas
esta
clase de
comunión
con
Dios,
están
decididos
a pasar
tiempo
con Él;
quieren
también
abandonar
todo lo
que
pueda
ser un
obstáculo
para
crecer
en su
relación
con el
Señor.
Los
seguidores
fieles
de Dios
reclaman
audazmente
sus
promesas,
y
confían
en que
Él
cumplirá
su
palabra.
Sus
experiencias
con el
Señor
les dan
una
satisfacción
grandiosa
que
hacen
que
tengan
más
hambre
de Él.
La
vida
cristiana
ha de
ser una
búsqueda
de Dios.
Disfrutar
de la
salvación
y
mantenerse
inactivo,
sin
acercase
más a
Él, es
perderse
los
tesoros
que hay
a
nuestra
disposición
en
Cristo.
Quienes
le
buscan
pronto
descubren
que
conocerle
es la
recompensa
más
grande
de
todas.