¿CÓMO PUEDO PREPARARME PARA EL CIELO?
El estar al tanto de la gloria que nos espera en la eternidad, debe motivarnos a vivir para Cristo durante nuestro tiempo en la tierra. Mantener una perspectiva de lo eterno nos capacita para soportar las adversidades y el sufrimiento sin desanimarnos. Como Pablo, entenderemos que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8.18). Cuando las dificultades de esta vida se vuelvan agobiantes, recuerde que las únicas congojas y sufrimientos que usted experimentará serán durante su vida terrenal, pero que el gozo del cielo será suyo para siempre.
Mientras permanezcamos en este mundo, Dios tendrá trabajo para nosotros. Como testigos de Cristo, tenemos la responsabilidad de hablar a otros del Salvador, para que ellos, también, puedan estar con Él para siempre. De hecho, todo lo que hagamos, debemos hacer como para el Señor (Col 3.23, 24). Nuestro propósito debe ser vivir para Él, no para nuestros propios placeres y ambiciones.
La conciencia de la eternidad debe motivarnos a vivir en santidad, de modo que seamos dignos de recibir una recompensa. Cuando estemos ante el tribunal de Cristo, no nos preocupará nuestro destino final; pues ya fue resuelto en la cruz. Pero Él evaluará nuestras obras y nos recompensará conforme a las mismas (1 Co 3.10-15). Quienes fueron siervos fieles, serán recompensados con mayores responsabilidades y con el elogio del Señor (Mt 25.20-23).
Cada día es una oportunidad que tenemos de prepararnos para nuestro hogar eterno. Es muy fácil desviarse por las preocupaciones de esta vida, pero lo que hagamos hoy determinará lo que experimentaremos en la eternidad. Invirtamos nuestra vida en el servicio fiel a Dios, el elogio de Cristo de “bien, buen siervo y fiel” será digno de cualquier sacrificio terrenal
Charles Stanley
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