Domingo
de
Ramos
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|
LUCAS
19.28-44
La
retrospección
es
siempre
clara.
Pero
cuando
estamos
en
una
situación
particular,
tendemos
a
verlas
como
no
son,
y a
sacar
conclusiones
equivocadas.
Y
nos
reprochamos,
pensando:
¡Si
hubiera
sabido
antes
lo
que
sé
ahora!
La
entrada
triunfal
de
Jesús
en
Jerusalén
debe
haber
sido
uno
de
esos
momentos
para
sus
discípulos.
Les
parecía
que
había
sido
un
día
maravilloso
para
ellos
—y
lo
fue,
pero
por
razones
distintas
a
las
que
ellos
creían.
Pensaban
que
el
Mesías
había
venido
a
restablecer
el
poder
de
Israel
en
el
mundo.
Pero
Dios
pensaba
otra
cosa.
Los
discípulos
no
eran
los
únicos
que
tenían
ideas
equivocadas
sobre
el
Mesías.
Muchos
judíos
de
ese
tiempo
esperaban
que
fuera
un
rey
terrenal.
Cuando
la
multitud
oyó
que
Jesús
venía
a
Jerusalén,
gritó:
"¡Hosanna!",
que
significa
"¡salva
ahora!"
Lo
vieron
como
su
nuevo
rey
que
había
venido
a
traer
salvación
de
la
opresión
política
y
social.
Había
resucitado
muertos,
y
sin
duda
podría
también
restaurar
el
reino
de
David
y
hacerlos
libres
del
dominio
romano.
Montado
sobre
un
asno,
el
Señor
Jesús
parecía
un
gobernante
que
regresaba
a su
ciudad
en
tiempo
de
paz,
mientras
sus
leales
súbditos
tendían
sus
capas
y
palmas
en
su
camino.
Incluso
los
fariseos
estaban
viendo
aquello,
y
decían
indignados:
"Mirad,
el
mundo
se
va
tras
él"
(Jn
12.19).
Piense
en
esta
semana
en
aquel
tiempo
cuando
las
circunstancias
se
veían
de
cierta
manera,
pero
se
convirtieron
totalmente
en
otra
cosa.
Recuerde
también
cuando
usted
se
dio
cuenta
de
que
Dios
era
diferente
a lo
que
imaginaba,
y
cuando
vio
cómo
revelaba
su
voluntad
de
manera
sorprendente.
Busque
la
oportunidad
de
compartir
esta
percepción
con
un
amigo
o un
ser
querido.
Charles
Stanley