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General: ~~Amor Maternal~~
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2011 21:56
 

Amor maternal vs. Amor matriarcal

No hay instinto humano más fuerte, universal ni merecido como el afecto natural que prácticamente todos
los seres humanos sentimos hacia nuestras madres.  Cantos, poemas, discursos y elegías lo celebran, lo
mismo que obras de arte y de artesanía, leyes y monumentos oficiales.  A través de la historia se han usado
todos los medios imaginables para testificar elocuentemente un poderoso sentimiento de agradecimiento,
amor solícito y encomio hacia las madres.  Dado el amor, el sacrificio y la fidelidad con que la mayoría de
las madres atienden a sus hijos, todo eso y más es altamente merecido.  El amor maternal es un regalo
incomparable que Dios le ha dado a la humanidad.

Sin embargo, gracias a nuestra naturaleza de seres caídos y pecaminosos, somos capaces de estropear
hasta los más puros y dignos sentimientos, transformándolos, si nos descuidamos, en herramientas de
destrucción.  Así ocurre con el amor de algunos hijos hacia su madre, que puede polarizarlos en contra de
su padre (ausente, indiferente o abusador), parcializando y por ende quebrantando el cuarto mandamiento:
Honrarás a tu padre y a tu madre.

Otra desviación indebida del amor hacia la madre lo manipula hasta convertirlo en un arma de combate en las
guerras domésticas de las parejas, sobre todo jóvenes.  Por ejemplo, el marido hace comparaciones envidiosas
entre su nueva esposa y su madre o la nueva esposa escucha consejos de su madre, quien a veces herida por
su propio marido,  le hace “pagar” al nuevo esposo una cuenta que él no debe.  De estas formas, lo que comenzó
como un sano y natural amor hacia sus madres puede convertirse en una insalubre guerra de poder que por un
lado desestabiliza los nuevos hogares y por el otro le da un peso indebido a la influencia maternal.

Los sociólogos señalan que nuestra sociedad hispanoamericana tiende a ser un “matriarcado”.  La palabra
viene del griego, y significa básicamente “gobierno materno”, o sea, que la madre detenta una gran autoridad, sobre
todo sobre sus hijos.  Uso por lo tanto el término “amor matriarcal” para designar aquel amor que tiene por objeto
el cultivar una lealtad exclusiva o exagerada hacia la madre por parte de los hijos.  Este tipo de amor atenta
contra el orden familiar, ya que los hijos deben un amor y respeto igual hacia su madre y su padre, y deben de
ser enseñados de que su lealtad principal de por vida será hacia su propio consorte y hacia la familia que originen.

Hay, naturalmente, una autoridad válida que corresponde a las madres, necesaria para criar e instruir a sus hijos
menores (Proverbios 1:8, 31:1).  Pero esa autoridad cesa una vez que los hijos alcanzan la mayoría de edad, dejando
lugar a que los hijos establezcan sus propios hogares, escojan sus propias carreras y conduzcan su vida según les
parezca.  Cuando los hijos se casan, la autoridad de sus padres sobre sus vidas cesa (a menos que por razones de
fuerza mayor tengan que depender económicamente de sus padres, en cuyo caso como “dependientes” están sujetos
a las reglas de quienes los sustentan).

El pacto matrimonial comienza con una separación clara de cada consorte de su familia de origen.  Esto es esencial
para que cada uno pueda dedicar su lealtad por entero a su consorte y a su nueva familia.  El Señor ha hecho de esto
una precondición imprescindible del pacto matrimonial: “Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y ambos serán una sola carne” (Génesis 2:24).

Lamentablemente, la perversión del amor “maternal” en amor “matriarcal” hace que en muchos de los nuevos matrimonios
hispanos, la sombra de la suegra se cierne sobre el hogar de los nuevos cónyuges, complicando su –de por sí difícil-
acuerdo inicial, que sentará las bases de su propia cultura hogareña.  Es necesario que las madres y los padres
entendamos que criamos hijos, no para nosotros, sino para Dios, y para que Él los llame y use como mejor le conviene.
Y es necesario que los jóvenes comprendan que para formar un nuevo hogar tienen que “salir de su casa” y depender
completa y exclusivamente de Dios, y el uno del otro.

Por: José L. González

José L. González es un conferencista y autor que elabora una crítica espiritual de la cultura latinoamericana.
 Ha sido un organizador comunitario, politólogo y catedrático y estableció Semilla, Inc. que promueve la
formación de líderes cristianos latinoamericanos. José ha sido mentor de docenas de líderes, políticos,
educadores, empresarios, artistas y pensadores y actualmente es un líder en el movimiento
"Transforma Latinoamérica".
www.transformalatinoamerica.com "


Y que termine el artículo con la siguiente frase:


"El autor le invita a explorar más de 100 artículos suyos sobre una amplia gama de temas
de la cultura hispanoamericana en
www.semilla.org

Amado Padre celestial, te lo rogamos en el nombre de Tu Hijo Jesucristo,
ayúdanos a ser mujeres sabias que edifiquemos nuestra casa, porque escrito
está: La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba.
—Pr.  14.1
Con sabiduría se edificará la casa,
Y con prudencia se afirmará. —Pr 24.3

http://i871.photobucket.com/albums/ab274/marievargas/Firmas/Perla2.png?t=1281907023

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Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral
del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SRA SARA Enviado: 17/09/2011 22:50
Perlita su mensaje es positivo sabio y real no hay Amor tan grande aparte
de el de Dios q el de una Madre ....
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