Tomad y comed
Lo que significa para Cristo ofrecerse a sí mismo como alimento
por Erin Gieschen
Cuando se trata del pan, no es mucho lo que ha cambiado en el Medio Oriente desde el tiempo de Cristo. El pan de todos los días sigue siendo redondo, aplanado y delicioso. Por tanto, si este pan es parte de su dieta cultural, usted no sentirá que ha comido realmente si prescinde de él durante demasiado tiempo. Es por esto que he escuchado decir que si Jesús hubiera vivido en el Asia Oriental, donde en muchos países la palabra para “comida” es sinónimo de “arroz”, éste habría sido la metáfora que habría elegido para referirse al alimento. Cada vez que el Señor se refería a sí mismo como pan, sus oyentes estaban oyendo una palabra aramea prácticamente sinónima de “alimento”. El pan era sustento, vida, sobrevivencia
Al comer algo, usted no solo lo acepta en su cuerpo: eso se convierte literalmente en una parte suya. Al considerar que Jeremías, conocido como el profeta llorón, dijo que “comió” las palabras que recibió de Dios (15.16), resulta más fácil de entender el porqué de la carga emocional que hay en cada uno de sus mensajes. Esta era una metáfora con la cual estaban familiarizados los antiguos hebreos —el Antiguo Testamento habla de comer pan de lágrimas (Sal 80.5), pan de congoja (Isaías 30.20), y pan de maldad (Pr 4.17). Si uno había comido “pan de dolores”, es que se había familiarizado íntimamente con el sufrimiento.
Cuando Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo” y partió el pan en la Última Cena (véase Lucas 22.14-23), no era la primera vez que Él se refería a sí mismo como pan. Es posible que los discípulos no hayan entendido que Él estaba hablando, igualmente, de su inminente muerte expiatoria por el pecado del mundo. Pero al llegar a este punto, debían haber reconocido que Jesús les estaba diciendo que se convirtieran en la expresión concreta de Él, y que hicieran de Él su única y verdadera fuente de vida. A ellos les habría resultado difícil no pensar en la primera vez que Él les dijo que comieran su carne y bebieran su sangre. La ocasión había sido un momento crítico en el que muchos de sus seguidores lo abandonaron, pero Simón Pedro y los otros habían decidido quedarse (Jn 6.25-69).
Si los discípulos hubieran recordado su asombro y decepción en ese momento, cuando la popularidad de Jesús prácticamente se había evaporado, habrían considerado al día anterior como el más emocionante de sus vidas. Jesús realizó su milagro a más grande escala hasta ese momento: el de multiplicar cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud de más de 5.000 hombres, Al momento de dormirse, los discípulos probablemente habrían pensado que la total aceptación de Jesús por parte de Israel como el Mesías era inminente. El pueblo estaba tan emocionado por lo que habían visto , que estaban listos para hacerle rey por la fuerza (6.1-15).
Esa misma multitud persiguió a Jesús hasta un día después de la milagrosa alimentación, con ganas de presenciar algo aún más emocionante. Le siguieron, no necesariamente por desear a Cristo mismo, sino con la idea de lo que podían obtener de Él. Por eso, cuando le exigieron otro milagro para que demostrara quién era Él, el Señor Jesús le respondió de una manera que los desafió, hasta la esencia misma de su sensibilidad religiosa.
Isaías 30:20-21
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
20 Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros.
21 Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.
En lugar de juzgar a su pueblo, Jehová ansía bendecirlo. El día vendrá cuando el pueblo escuchará a maestros como Isaías y seá guiado por la mano del Señor. Gracias a ello, abandonará la idolatría y hará suyo el culto verdadero. En aquel día toda la naturaleza se mostrará benignia y la gloria de Dios resplandecerá más que el sol.
Dios sea propicio a ti hoy y siempre,
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