"Mi sufrimiento me capacita para poder entender el sufrimiento de otros.
Como dice el lema del salón de clases: 'No puedes tocar al herido hasta que no tengas unas manos cicatrizadas'. Las manos cicatrizadas no sólo me hacen estar más abierto a mis estudiantes, sino también a Cristo. Me doy cuenta de que oro más honestamente, y aún comparto mi enojo por la lentitud de Cristo para sanarme. Tengo el anhelo de darle a Jesús mis sentimientos y de continuar curándome, conforme voy tomando su mente y su corazón. Cuando un recuerdo está sanando lo empiezo a ver con la mente y el corazón de Cristo; no quiero tanto perdonar y olvidar como perdonar y recordar lo que Cristo ve (la maduración y el posible desarrollo que Él promete: 'Sabemos que Dios trabajó en todo para el bien de los que le aman' - Romanos 8:28). Por eso dejo que Cristo me muestre la madurez que surgió por haber sido criticado, como aquella ocasión que probablemente salvó mi vocación religiosa. Sino hubiera sido criticado, quizá no hubiera empezado a orar nuevamente, y hubiera perdido fácilmente mi vocación, como les pasó a la mitad de los que estaban dando clases como yo. Mientras más agradecido estaba por los dones provenientes de haber sido criticado, más dispuesto estaba a perdonar. No trato de perdonar al que me critica con mi propia energía, sino que le pido ayuda a Cristo para que mi perdón sea tan profundo como lo es su aceptación por mi persona. Una vez que el estado de depresión me enseña la profundidad de mi debilidad, es muy difícil criticar la debilidad de los otros. Generalmente tiro mi catálogo de todas las formas para lograr la perfección, pongo más interés en pedirle a Dios su ayuda para madurar a partir de los fracasos. Antes pedía en mis oraciones no ser lastimado por la crítica, ahora pido que pueda madurar a partir de ella". Dennis Linn y Matthew. Sanando las Heridas de la Vida "Al amable todo el mundo ama, al respetable todo el mundo respeta. Con el encantador todo el mundo simpatiza. Pero ¿perdonar al ofensor, callar ante una grosería, ser afectuoso con el insoportable? Sólo aferrados a un Jesucristo vivo se puede tragar saliva, ceder, dejar pasar, tener paciencia, comprender, perdonar... Oh mi Señor Jesucristo, concédeme la gracia de que, en este día, pueda perdonar las ofensas antiguas y recientes, responder con dulzura cuando me levanten la voz, dar muestras de cariño a las personas difíciles, callar ante una grosería, tener paciencia con las personas desagradables, no dar importancia a las cosas pequeñas. Y así, mi Señor, yo seré tu fotografía viviente, amén". Ignacio Larrañaga. El Sentido de la Vida "Los santos modernos son personas comunes y corrientes que usaron las heridas como dones; heridas que hubieran dañado psicológicamente a los que no perdonan una ofensa y no la viven como don. Perdonar hasta el grado de quedar agradecidos por la posible madurez que surja de la herida, no es una perogrullada mágica e indolora, que trae salud psíquica y espiritual. Otro santo moderno fue Martin Luther King quien no encontró que los perros de la policía mordieran menos, o que las puertas de la cárcel se abrieran de repente, cuando pudo perdonar a la policía de Birmingham. Perdonar hasta el grado de agradecer la madurez no es una forma de manipular a Dios y obtener cosas a nuestra manera, sino una forma de traer la curación a Su tiempo y a Su modo. Dios no promete eliminar nuestros problemas, pero sí nos promete la ayuda para enfrentarlos y para madurar a partir de ellos, hasta que podamos decir la oración serena: 'Dios, otórgame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar aquellos cosas que sí puedo, y la sabiduría para conocer la diferencia'". Dennis Linn y Matthew. Sanando las Heridas de la Vida "Un verdadero paso de valor y voluntad. Tenemos que perdonar a quienes nos hicieron daño. La razón es sencilla: la amargura y la falta de perdón se asientan en lo profundo de nuestros corazones; son cadenas que nos mantienen cautivas a las heridas y los mensajes de esas heridas. Hasta que perdonas, sigues siendo su prisionera. Pablo nos advierte que la falta de perdón y la amargura pueden hundir nuestras vidas y las vidas de los demás (Efesios 4:31-32; Hebreos 12:15). Tenemos que deshacernos de todo. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Colosenses 3:13 Ahora bien, escucha cuidadosamente. El perdón es una decisión. No es un sentimiento. No trates de sentir el deseo de perdonar. Es un acto de la voluntad. 'No esperes para perdonar hasta que sientas el deseo de perdonar', escribió Neil Anderson. 'Nunca va a pasar. Los sentimientos se toman el tiempo de sanar después que se ha tomado la decisión de perdonar'. Le permitimos a Dios que saque a relucir el dolor de nuestro pasado, pues 'si tu perdón no visita el centro emocional de tu vida, estará incompleto'. Admitamos que duele, que importa y que escogemos extender perdón a nuestro padre, a nuestra madre, a aquellos que nos lastimaron. Con esto no estamos diciendo: 'Realmente no era importante'. No estamos diciendo: 'Después de todo, tal vez merecía algo de lo que me pasó'. El perdón dice: 'Estuvo mal. Muy mal. Sí importó y me lastimó profundamente. Y te libero. Te entrego a Dios'". Jhon & Stasi Eldredge. Cautivante "Desde las profundidades del alma, asciende mi clamor hacia ti, Padre de ternura. He bajado hasta las aguas profundas y estoy ahogándome. Levanto los ojos, y no veo nada. Estoy hundido en el hondo del barro, y sólo sombras rodean mis fronteras. ¿Cómo salir de aquí? Dame la mano, Padre mío. Aunque desfallezco de dolor, no quiero que el dolor ocupe el centro de mi alma. No quiero ser, Padre mío, un espectador compasivo de mis propias heridas y fracasos. No quiero girar, planeando como ave de presa en círculos concéntricos en torno a mis desdichas, como si mi existencia fuese el centro del mundo, como si no existieran más valores e intereses que los míos. No quiero que este horrible dolor me repliegue sobre mi mismo, sino que me haga salir, como en una aurora pascual y en una apertura solidaria, hacia los hermanos que me has dado. Quiero, Padre, en esta tarde, precisamente cuando el dolor y la muerte me derrotan aparentemente, establecer un reinado de liberación sobre el dolor y la muerte". Ignacio Larrañaga
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