Ceñidos con la verdad
La “verdad” desempeña un papel muy importante en la vida del creyente. En primer lugar, debe ceñir sus lomos
con la verdad. Entonces, solamente podrá utilizarla como arma ofensiva, como espada, en el servicio según Dios.
Los lomos son la parte de la fuerza del hombre; visto su emplazamiento, constituyen también una figura
de sus inclinaciones y de sus secretos sentimientos. El “Espíritu de verdad” se esfuerza constantemente,
por la “palabra de verdad”, en presentar en el corazón del creyente a la persona de Cristo como “la verdad”.
Si esta pieza de la armadura está correctamente revestida, resulta un doble efecto para el creyente.
- Todo aquello que no esté de acuerdo con la verdad, sea en su corazón o en su marcha, será manifestado
y condenado. Todo aquello que emana de la vieja naturaleza, de la carne o del mundo es
puesto de lado (Hebreos 4:12-13).
- Además, su ser interior y sus pensamientos son formados a la imagen de Cristo glorificado,
quien se santificó por nosotros elevándose al cielo (Juan 17:14-19).
En Oriente, las vestiduras largas, arremangadas para el trabajo y el servicio, se mantenían en su sitio mediante
un cinturón. Del mismo modo, el cristiano ceñido con la verdad no dejará errar sus pensamientos, sus sentimientos
y sus inclinaciones; tampoco seguirá los impulsos de su propia voluntad. Vela y se aparta de esas cosas. La verdad
misma dirige su corazón. Lo que es bueno tiene poder y autoridad en él. Ama a Cristo y se regocija en las cosas
celestiales en Él. No se halla bajo el peso de una obligación exterior o de una ley; el corazón mismo
quiere aquello que el Señor desea.
Satanás no encuentra ningún punto de ataque en tal cristiano. A todas sus tentaciones, sus incitaciones y
sus falsas interpretaciones, el corazón del creyente responde: «Está escrito».
Sin embargo, no olvidemos que diariamente debemos ceñirnos con la verdad y aplicarla a nuestro corazón, y
que ello sea un estado permanente. Sólo podemos realizarlo en la comunión con Dios y con
el poder del Espíritu Santo.