Ninguna culpa pesa en su vida
Cuando aceptamos a Jesucristo, somos libres. Los pecados reciben perdón. Dios nos ofrece otra oportunidad. Tenemos frente a nosotros la página en blanco de una nueva vida, que debemos comenzar a escribir.
Con su muerte en la cruz, Jesucristo nos hizo libres. La mejor explicación de lo que hizo con su sacrificio, la ofreció el apóstol Pablo cuando escribe: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz..." (Colosenses 2:13-15).