Fortalezas espirituales de maldad en la mente
Un error que se comete con frecuencia, es creer que al convertirnos a Cristo, automáticamente se produce una transformación de nuestra mente. Equívoco. Lo que sí ocurre es que emprendemos una nueva vida, pero es necesario emprender el proceso de transformación en nuestra forma de pensar para que se modifique nuestra forma de actuar. Es un proceso (Cf. 2 Corintios 5:17)
Dios es quien hace la obra, que comienza derribando las fortalezas mentales que estableció Satanás en la persona que no tenía a Cristo en su corazón. ¿De qué manera lo hacía? Cegando la mente de hombres y mujeres para que no conocieran ni recibieran conscientemente la Salvación de Cristo, como enseñó el apóstol Pablo a los creyentes de Corintio en el primer siglo, y que aplica a nosotros hoy: "Si la Buena Noticia que predicamos está escondida detrás de un velo, sólo está oculta de la gente que se pierde. Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Somos incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acera de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios" (2 Corintios 4:3, 4. Nueva Traducción Viviente Cf- 2 Corintios 11:3).
Al no filtrarse los pensamientos, paso esencial para recobrar el dominio de nuestro ser (Cf. Filipenses 4:8), nuestro enemigo espiritual generó engaño, temor, rechazo, preocupaciones irracionales e infundadas, ansiedad, negativismo y olvido. Igualmente una pasividad que resulta peligrosa, porque se acepta todo sin evaluarlo. Incluso, se asumen sin cuestionamiento los recuerdos traumáticos del pesado, aun cuando desencadenen dolor y resentimiento.
No permita que Satanás con sus engaños le mantenga atado. Es necesario salir hoy mismo de esas regiones de cautividad.
¿Qué hacer? Rendir nuestra mente a Dios, saliendo al paso de los engaños que desata el mundo de las tinieblas (Cf. 2 Corintios 11:3) Nuestro Adversario espiritual utiliza atrayentes señuelos, pero una vez atrapa a las personas, no las deja salir. Las cautiva para que no puedan disfrutar la vida plena que ofrece nuestro amoroso Padre celestial.
Usted puede emprender ese proceso de cambio y transformación. Basta que le abra las puertas del corazón a Jesucristo. Él le permite comenzar, con pasos firmes, una existencia renovada. Toda atadura de Satanás se romperá. Él, nuestro amado Salvador, le hace libre.