LA DESOBEDIENCIA A CONCIENCIA
Leer: Jeremías 34: 8-22
1. No a la esclavitud de judíos a judíos
“ 8 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén para promulgarles libertad; 9 que cada uno dejase libre a su siervo y a su sierva, hebreo y hebrea; que ninguno usase a los judíos, sus hermanos, como siervos”:
Dios habló a Jeremías en términos duros de cara a los poderosos de los judíos.
Previamente el rey Sedequías en vista de la inminente conquista de los caldeos sobre Jerusalén, había promulgado libertad para todos los judíos, para que pudieran decidir libremente lo que iban a hacer.
Se entiende que ese edicto de libertad era para los esclavos judíos, de los judíos.
Ese tipo de esclavitud estaba prohibida por la Ley.
“Y cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo” (Levítico 25: 39)
“Vino, pues, palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre, diciendo: 14 Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le fuere vendido; le servirá seis años, y lo enviará libre; pero vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído”
Por enésima vez Dios le dice a su pueblo que no debe hacer siervos de entre los suyos, pero esta la desobediencia va a tener consecuencias muy graves.
2. La obediencia frustrada
“10 Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los dejaron”
En el pacto de Sedequías, todos los nobles y potentados de Jerusalén debían dejar libres a sus esclavos judíos.
En primer lugar, obedecieron al instante.
Lo que Dios quiere es que se le obedezca de inmediato cuando Él ordena algo.
Eso lo hicieron, en un principio.
Pero lo que más quiere Dios, es que se le siga obedeciendo.
Eso no lo hicieron.
3. La desobediencia manifiesta
“11 Pero después se arrepintieron, e hicieron volver a los siervos y a las siervas que habían dejado libres, y los sujetaron como siervos y siervas”:
Se arrepintieron de obedecer a Dios. Pudo más su avaricia, auto exaltación ante los demás, y egoísta sentido de la comodidad.
Además, les era más fácil sujetar para sí a esclavos de su propia raza, que esclavos de otros lugares y lenguas. Los judíos esclavos eran más dóciles también.
Les era más fácil con sus mismos hermanos, porque sabían de su tremenda necesidad, y se aprovechaban de ellos.
Muchos de esos esclavos judíos, lo llegaron a ser porque se tuvieron que dar a sí mismos y a los suyos por no poder satisfacer sus deudas.
Los tenían bien cogidos.
Este caso lo tenemos reflejado en una de las parábolas de Jesús:
“24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda” (Mateo 18: 24, 25)
Es terrible cuando un cristiano se aprovecha, o toma ventaja de otro cristiano. Además es un terrible testimonio.
Después de haberse arrepentido, volvieron a sujetar a sus esclavos hebreos, a pesar de la expresa prohibición de Dios.
Hubiera sido mejor que no se hubieran “arrepentido”.
“ 15 Y vosotros os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho pacto en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre. 16 Pero os habéis vuelto y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que habíais dejado libres a su voluntad; y los habéis sujetado para que os sean siervos y siervas”:
Para Dios el acto de obedecerle en esto que pedía tenía mucho que ver, no sólo con la cuestión en sí, sino también con el hecho de que al hacerlo estaban expresando varias cosas:
- La voluntad de agradar a Dios por encima de agradarse a sí mismos.
- Un temor a Dios que expresaría que Él era muy importante para sus vidas.
- Una renuncia a sí mismos, a su egoísmo y maldad.
- Un reconocer que Dios es Dios.
Todo implicaba mucho en sí mismo, y de haber perseverado en esa decisión, hubieran demostrado que estaban arrepentidos ante Dios por su manera egoísta de vivir, y que iban a esperar en Su misericordia.
CUANDO DIOS NOS DEMANDA ALGO QUE NOS CUESTA Y OBEDECEMOS, CON ELLO ESTAMOS DICIENDO QUE ÉL ES MÁS IMPORTANTE QUE CUALQUIER OTRA COSA.
Quizás Dios, al ver esa obediencia (que no fue tal), hubiera guardado a Jerusalén del ataque de Nabucodonosor. Pero no fue así.
“16 Pero os habéis vuelto y profanado mi nombre…”.
Cada vez que uno declara manifiestamente que va a obedecer a Dios, y después de hacerlo, se vuelve atrás, está “profanando Su Nombre”, porque está tomando Su nombre en vano al previamente decir que va a obedecerle, para luego no hacerlo.
Esto es terriblemente malo.
4. Libertad al diablo
“ 17 Por tanto, así ha dicho Jehová: Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su compañero; he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la espada y a la pestilencia y al hambre; y os pondré por afrenta ante todos los reinos de la tierra”:
Cuando en definitiva, no se quiere oír a Dios. Cuando uno hace oídos sordos a la voz de Dios; a Su Palabra, aún cuando todavía pretende servir a Dios (lo cual es de una hipocresía absoluta), de seguro que esto tendrá consecuencias impensables.
De esa manera el enemigo tiene libertad para actuar.
Los judíos potentados de Jerusalén desoyeron a Dios cuando el Señor les mandó que dieran libertad a los cautivos de su propia fe y raza.
Pues Dios entonces dio libertad, no a ellos, sino al mal contra ellos:
- La espada.
- La enfermedad.
- El hambre.
- La afrenta ante los demás.
Estas son las consecuencias por, no sólo desobedecer a Dios, sino por burlarse de Él.
5. El castigo
“18 Y entregaré a los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia, dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas; 19 a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro, 20 los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra”:
Los judíos que se arrepintieron de soltar a sus siervos judíos, no sólo habían anunciado que lo iban a hacer, sino que hicieron pacto solemne en cuanto a ello.
Ese pacto fue hecho ante la presencia de Dios (dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas). Este era el pacto e implicaba consecuencias muy graves de no cumplirlo.
Es evidente que:
- Esos judíos no temían a Dios.
- Sus pactos eran meros actos irrelevantes.
- Estaban acostumbrados a violar sus pactos.
- Les daba igual si ese pacto era ante los hombres, o ante Dios.
- No tenían posibilidad de remisión, ya que no temían a Dios.
Pero no sólo eran unos cuantos judíos prominentes, sino que también eran:
- Príncipes de Judá
- Príncipes de Jerusalén
- Oficiales
- Sacerdotes
Estos, además del “pueblo de la tierra” que serían los judíos potentados en este caso. Todos tenían a judíos, hermanos suyos, presos como esclavos.
Ninguno de ellos realmente temía a Dios, aunque se declaraban creyentes.
La sentencia era clara:
“20 los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra”:
- Iban a caer en las manos de sus enemigos.
- Iban a morir, y sin sepultura (cosa muy horrenda para los judíos)
Las consecuencias por desobedecer a Dios, cuando uno a dicho que le va a obedecer, son graves siempre.
Por eso es menester pensar bien antes de tomar una decisión así:
“Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, y después de hacerlo, reflexionar” (Prov. 20: 25)
Acordémonos de las palabras de Jesús: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (Lucas 14: 28)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España