¿SE ES SALVO POR FE O POR OBRAS?
Luís y Enrique son dos buenos amigos; el uno es católico y el otro evangélico. A veces confrontan su fe y raras veces se ponen de acuerdo, al respecto de la salvación. Luís, argumenta que hay muchas religiones, y que cada cual cree que la suya es la verdadera; pero que lo importante es hacer el bien y ser lo mejor posible. Enrique, piensa de otra manera, y hace hincapié en la fe en Cristo, como Único y Suficiente Salvador y Señor. He aquí dos ideas de cómo ser salvos, pero ¿quién de los dos tendrá la razón? Veamos lo que dice Dios en la Biblia: Lo que Luís no entiende es, que la salvación es por fe en Jesucristo.
En la Biblia abundan versículos como estos: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios... por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él” (Romanos 3:21-22).
“Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (v. 26). “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo; nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley, NADIE será justificado” (Gálatas 2:16).
En estos versículos se menciona una ley, la de Moisés, que incluye los diez mandamientos. Y según la Biblia, nadie se salvará por guardar esta ley. ¿Por qué no...???
Romanos 10:5 dice: “Porque de la justicia que es por la ley, Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas”. Si alguien pudiera guardar toda la ley perfectamente, o sea los mandamientos., se justificaría. Pero... ¿quién ha podido hacerlo? Aun Adán y Eva cuando eran perfectos, quebrantaron la ley de Dios. Somos pecadores, aunque sólo hubiéramos cometido un solo pecado, por lo que estaríamos excluidos de la salvación de Dios.
¿Quién puede decir que no ha pecado ni una sola vez? La Biblia dice: “Todos pecaron...” (Romanos 3:23). Es imposible que un ser humano, en su propia fuerza, guarde perfectamente la ley.
La Biblia asegura: “Por las obras de la ley, ningún ser humano será justificado delante de Dios” (v. 20). Muchos como Luís, se esfuerzan por cumplir la ley de Dios, pero les es totalmente imposible, porque Dios exige la perfección, que sólo Cristo posee. Y es por ello, que el Padre Celestial aceptó el sacrificio de Su vida para la redención de nuestras almas. Si creemos en la Redención de Cristo, podemos ser justificados, librados del pecado y escapar de la muerte eterna que espera a cada pecador.
Esto es, en pocas palabras, la salvación por fe: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley” (Romanos 3:28). Lo que Luís no entendió, quizás, es que la salvación obtenida, exige buenas obras; pero las obras de la fe, que Dios ha preparado de antemano (Efesios 2:10). Así que, si la Sangre de Cristo cubre nuestros pecados pasados, también los quita de nuestra vida presente y futura (1ª Juan 3:5).
La verdadera fe se esfuerza en no pecar. La fe sin obras, dice Dios, es una fe muerta; (Santiago 2:17) y es fe muerta, porque no cree a Dios, y tampoco le conoce, ni le obedece. “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también, la fe sin las obras está muerta” (Santiago 2:26). El cuerpo sin espíritu, no tiene movimiento; la fe sin obras, tampoco se mueve; por lo que la Biblia nos amonesta: “Sed hacedores de la Palabra de Dios y no tan sólo oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Y por si fuera poco, insiste de mil maneras a que nos ocupemos en las buenas obras y que seamos santos en nuestra manera de vivir (1ª Pedro 1:15; Tito 3:8).
Entonces, ¿puede el humano ser salvo sin obras? Definitivamente, NO; y está claro en Santiago 2:24, “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”. Y tanto es así, que al final de cuentas, seremos aceptados o rechazados según nuestras obras: “Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12). LO QUE REALMENTE NOS SALVA:
La Biblia enseña que ambos, Luís y Enrique, tenían razón, a la vez que estaban equivocados. Lo que nos salva es la fe en la obra de Jesucristo (idea de Enrique); pero tal fe, tiene que producir buenas obras dentro de la Palabra de Dios (idea de Luís). La fe según Dios, produce fruto y el cristiano es comparado con los pámpanos de una vid; por lo que si uno de ellos no lleva fruto, es cortado, y así lo leemos en Juan 15:1-6. Idem si un terreno no produce buena cosecha, es rechazado (Hebreos 6:4-10).
La Biblia habla mucho del fruto (Colosenses 1:10; Filipenses 1:11). Pero el requisito de Dios es una Fe Viva, que produce Fruto (obras) por el Poder de Cristo, que dijo: “Separados de mí, nada podéis hacer” (Juan 15:5). Así que, no basta tener una religión, ni hacer obras, ritos, sacrificios, tal como yo hacía por muchos años, viviendo vida conventual, levantándome a las 4,30 de la mañana, pero sin haber Nacido de Nuevo por Obra del Espíritu Santo. Mi vida de entonces era, como la de muchos que hoy se debaten como “hombres carnales o naturales” (1ª Corintios 2:14), que no podrán salvarse por sus buenas obras, hechas en la carne, por tradición o creyéndose mejores que los otros. Las obras de estos, son esfuerzos carnales, obras muertas, sin el chispazo de Dios, que obra en nosotros por Pura Gracia. “Porque por gracia sois salvos, mediante la fe; y esto no de vosotros porque es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe; y somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano, para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10). “Porque Dios es el que produce en vosotros así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
“Dios os haga aptos en toda buena obra, para que hagáis su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él, por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13:21). ¿Verdad que está claro? De no ser así, escríbeme:
Por B. L. ALONSO
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