Excluidos del mundo, y el mundo excluido de nosotros “10 Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”: Los que servían en el tabernáculo, eran los sacerdotes y levitas de ese tiempo, que seguían con sus rituales judíos en el templo de Jerusalén. Al decir que nosotros “tenemos un altar”, se está refiriendo el autor a los Hebreos, que ese altar es el sacrificio de Cristo, en el cual ellos no creían, y por tanto estaban excluidos de la salvación. Los cuerpos de los animales que eran ofrecidos en el día de la Expiación no eran comidos, sino quemados “fuera del campamento”: (Levítico 4: 14-21) “luego que llegue a ser conocido el pecado que cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán delante del tabernáculo de reunión. 15 Y los ancianos de la congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehová, y en presencia de Jehová degollarán aquel becerro. Y el sacerdote ungido meterá de la sangre del becerro en el tabernáculo de reunión, y mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociará siete veces delante de Jehová hacia el velo. Y de aquella sangre pondrá sobre los cuernos del altar que está delante de Jehová en el tabernáculo de reunión, y derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo de reunión. Y le quitará toda la grosura y la hará arder sobre el altar. Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote expiación por ellos, y obtendrán perdón. Y sacará el becerro fuera del campamento, y lo quemará como quemó el primer becerro; expiación es por la congregación” La sangre del animal era introducida en el santuario por el sumo sacerdote, presentándola ante Dios como ofrenda expiatoria por el pecado. Después de eso, el cuerpo del animal era sacado fuera del campamento y era destruido. “Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol” (Levítico 16: 27) Jesús fue el sacrificio expiatorio supremo, sacrificado como aquellos animales “fuera del campamento”, afuera de las puertas de Jerusalén: “Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota” (Juan 19: 17) Su sangre no fue llevada por sumo sacerdote humano alguno al altar del templo, sino que la cruz que estaba “fuera de la puerta”, fue el mismo altar donde su sangre fue derramada por todos nosotros. El altar del templo de Jerusalén nada tenía que ver con todo esto. Ese altar del templo representa el simple esfuerzo humano por hacer las cosas supuestamente de Dios, que nada vale y para nada sirve ya. “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”: Nosotros los cristianos también estamos con Cristo “fuera del campamento”, excluidos voluntariamente de aquella Jerusalén terrenal que en mucho simboliza el mundo, llevando la muerte de Cristo en nosotros mismos, para así vivir en Él: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6: 4)
Dios les bendiga. © Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
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