No menosprecies las cosas pequeñas
Porque los menospreciaron en el día de la pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano dee Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra. —Zacarías 4:10
Cuando Jack y yo comenzamos en el ministerio, yo no tenía idea de lo que Dios iba a hacer con nosotros, Solo estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa que nos mandara y a ir a donde nos llevara.
Cuiando recordamos estos ahora, nos preguntamos por qué alguién hubiera escuchado a dos jóvenes. No teníaos experiencia ni en el ministerio ni en la vida misma. Teníamos solamente dos años de casados, recién graduados del Seminario Bíblico y todavía no teníamos hijos. Pero en nuestro celo y entusiasmo juvenil estabamos listos para "salvar el mundo". He pensado frecuentemente que si los jóvenes que entran en el ministerio no tuvieran ese "espíritu conquistador" no, pudieran resistir cuando llegan los tiempos difíciles.
Nuestro primer pastorado fue en Fort Wayne, Indiana. Supuestamente, había de treinta a treinta y cinco personas que querían una iglesia Foursquare, pero eso no fue lo que encontramos cuando llegamos. Había solo cinco o seis personas muy ancianas que asitían a un pepequeño culto en el YMCA (Asociación de jóvenes Cristianos) el domingo por la tarde.
Ahora amo a los ancianos y valoro su sabiduría y experiencia, pero esas eran personas que venían a los cultos solo porque les dabasn una comida gratis en el club ese día. No era un grupo ideal para comenzar una iglesia.
Poco después de nuestra llegada a Fort Wayne, encontramos un pequeño edificio para congregar nuestro rebaño ¡Jack y yo teniamos que hacerlo todo! limpiábamos la iglesia, enseñabamos en la Escuela Dominical, dirigíamos la música, tocábamos el piano, predicábamos y haciamos todo el trabajo del patio. Una vez Jack incluso pintó la fachada del templo, y otra querida señora y yo hicimos todas las cortinas para el santuario.
Hemos dicho frecuentemente que estaríamos felices de hacerlo todo otra vez si el Señor nos lo pidiera. También sabemos que Él no nos puso en Fort Wayne para lo que podíamos hacer por Él, sino más bien para lo que Él nos podía enseñar durante ese tiempo allí estabamos muy agradecidos por la experiencia de esos primeros años en el ministerio porque fue cuando fuimos verdaderamente educados.
Aprendimos a estudiar, a aconsejar, a amar a la gente, incluso a los más desagradables. Aprendimos a confiar en el Señor para todo: alimento, casa, cuentas que pagar, y a cuidar de nuestros pequeños cuando llegaron (dos de nuestros cuatro hijos nacieron allí). Apredimos a estar firmes copntra el maligno cuando venían los ataques de soledad o cuando nos en frentábamos con la duda o la incertidumbre. Aprendimos a permanecer en el lugar que Dios nos había enviado cuando todo en nosotros quería correr y saltar.
Querida mujer en victoria, no desprecie su tiempo de las "pequeñas cosas" Son los tiempos difíciles los que nos hacen fuertes. Y son las "pequeñas cosas" las que la preparán para las cosas mayores que Dios tiene guardadas para usted.
Anna Kayford
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Y su Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gtozo de tu señor. Mateo 25:21
Somos siervas que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo, especialmente de la mujer en todas sus áreas. Bienvenido!
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