Desde el vientre de la Bestia —Cómo orar cuando la vida se vuelve oscura.—
3a. parte
Desde este lugar, desde las profundidades de la muerte, oró Jonás. Haciéndose eco del lenguaje de los Salmos (el libro de oraciones que desde su infancia lo había instruido en el lenguaje del alma), Jonás oró desde el oscuro vientre del pez, diciendo:
Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares… Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo… (Jon 2.2, 3, 5)
¿Quién de nosotros no conoce estos lugares oscuros, donde las aguas sofocantes nos rodean? Algunas de nuestras pruebas pueden ser causadas por nosotros mismos, como sucedió con Jonás, pero muchas veces no es así. ¿Quién no ha experimentado la aterradora oscuridad que rodea a un padre cuando le pone fin a nuestra sagrada confianza; cuando un jefe nos dice que hemos perdido nuestro trabajo; o cuando el matrimonio enfrenta problemas serios? En esas oscuras situaciones, no tenemos que analizar nuestras palabras o mantener nuestras emociones bajo control. Podemos clamar a Dios (como Jonás) en la angustia, el desconcierto y el terror. El Señor puede manejar cualquier cosa que tengamos que darle.
Porque Jesús soportó el terror de la cruz, no hay oscuridad que padezcamos que Él no haya sufrido antes que nosotros. El Señor entró en el oscuro vientre de la muerte por nosotros, lo que significa que nunca entraremos en un lugar oscuro solos. Este hecho cierto de que Dios actúa a favor nuestro, resuena con las palabras finales de la oración de Jonás desde su oscura tumba: “La salvación es de Jehová” (v. 9).
Este es el Dios a quien que oramos: el Dios de Moisés, quien fue librado de la mano de Faraón; de Isaac, quien fue salvado de un altar de sacrificio; de Jonás, quien fue rescatado del vientre oscuro de un pez; y de Jesucristo, quien fue liberado de la tumba, y quien nos ofrece ahora a todos la libertad del poder de la muerte. No sabemos cómo responderá nuestro bondadoso Dios nuestras oraciones. Pero sí sabemos que Dios se inclina hacia nosotros para escuchar, y sabemos que, al final, Él nos rescatará. Es por esta fe y esta esperanza que oramos. Incluso –y especialmente– desde el oscuro vientre de la bestia.
por Winn Collier
Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas
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