10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto
en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia
y longanimidad;
12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de
la herencia de los santos en luz;
Mire a su alrededor cualquier día, y verá personas que necesitan hacer cambios en sus
vidas. Tal vez usted tiene una hermana que no conoce a Cristo, o a una vecina
creyente que tiene problemas para dominar su lengua chismosa. La mejor manera de
lograr cambios en la vida de otra persona, o de la suya, es la oración. A través del
apóstol Pablo Dios nos ha dado un modelo de oración cristocéntrico y específico.
Muchas veces, los creyentes son flojos para orar. Decimos: "Señor, bendíce estoy y
aquello", sin pensar para nada en cual debe ser la bendición. Dios no opera con
generalizaciones; Él actúa de manera concreta en la vida de cada persona, y se
deleita cuando utilizamos Su Palabra para comunicarnos con Él. La oración de
Colosenses 1 Recoge los grandes anhelos de Dios para Sus hijos. Cuando oramos
al Señor y pensamos siempre en nuestro nombre, en el de un amigo, o en el de un
miembro de la familia al leer este pasaje, estamos orando de acuerdo con Su
voluntad específica para esa persona.
Dios responde la oración a los colosenses transformando aquel cuyo nombre ha
sido pronunciado. ¡A Él le deleita responder la petición de que alguien sea
lleno del conocimiento de Su voluntad y del deseo de agradarle!
Es posible que los resultados no sean instantáneos. Podríamos esperar semanas
o años antes de ver a un ser amado buscar a Cristo, o finalmente ver que esa
vecina chismosa dé un fruto de amor. Pero el Señor está trabajando entre
bastidores para desarrollar el entendimiento espiritual de la persona e inspirar
en ella el deseo de tener un estilo de vida fiel.
Nuestra responsabilidad es seguir orando de una manera cristocéntrica y
específica.
Dios los bendiga,
