UNA FELIZ NAVIDAD, Y UN NUEVO AÑO DE BENDICIÓN DIVINA
San Lucas, en el Libro de los Hechos, añade: “Porque él (Dios) ha establecido un día para juzgar al universo con justicia, por medio de un Hombre que él ha destinado y acreditado delante de todos, haciéndolo resucitar de entre los muertos”. Según Jesús, él es Dios mismo (“El que me ha visto, ha visto al Padre; El Padre y yo somos una sola cosa”). De acuerdo con las Sagradas Escrituras, Jesús (“Dios Salvador”), el Cristo (“el ungido de Dios”), Emanuel (“Dios con nosotros”), es el Creador, el Sustentador, el Salvador, el Señor, el Juez. Tomando forma humana, nació, vivió, murió, resucitó, ascendió, vendrá nuevamente a juzgar y reinará por toda la eternidad. Esta es la persona que honramos en las dos fiestas mayores del cristianismo: Navidad (su nacimiento) y Pascua (su muerte y resurrección). Todo esto lo puedo aceptar o rechazar; nadie me obliga a creerlo. Pero si me digo cristiano, debo abrirme los ojos a lo que supuestamente creo. Si el bebé en el pesebre no me es más que un adorno, si la cruz no me es más que un ornamento, debería pensar bien en si mis creencias religiosas son algo más que simplemente rituales estériles y tradiciones huecas. Que esta Navidad sea un despertar a la realidad de quién es Cristo Jesús, y cuál es mi relación con él como Señor y Salvador. UNA FELIZ NAVIDAD, Y UN NUEVO AÑO DE BENDICIÓN DIVINA MARITA
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