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General: Su actitud ante los problemas marca la diferencia
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Marita777  (Mensaje original) Enviado: 10/02/2013 21:38
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Su actitud ante los problemas marca la diferencia


Usted y yo estamos llamados por Dios a mirar las dificultades desde otra perspectiva, con fe y esperanza... ¿Quiénes vencen en medio de los problemas que les rodean?¿Acaso usted es de aquellos que se dejan robar la paz por las dificultades? Aprenda principios que transformarán bíblicos su vida con poder…


La noche se tornó más oscura cuando Luz Amparo le dijo a su esposo que quería el divorcio. “No soporto más esta situación, Roberto. Siento que ya no te amo. Hace rato que ese sentimiento se desvaneció.”, dijo con la serenidad de quien está a punto de saltar al vacío y está plenamente convencido de su decisión.


El joven se quitó los lentes y frotó sus manos con el rostro, sin saber qué decir. Por instantes creyó que se trataba de un sueño; sin embargo, aquello era una pesadilla.


--¿Meditaste cuidadosamente tu decisión?—, preguntó con la esperanza de verla vacilar y, a partir de ese momento, así fuera de un leve gesto por mínimo que fuera, entrar a conciliar con ella.

La esposa lo miró retadora y con ese extraño e indescriptible brillo en sus ojos, brillo que evidenciaba plena seguridad.



--Roberto, te soy sincera; éste es el tipo de decisiones que no quiero entrar a discutir--respondió.



Desde ese momento empezó su calvario.- El sol se oscureció; bueno, al menos así lo veía él. Trabajar se convirtió en una mortificación. Se esfumó de su existencia cualquier deseo de vivir. En la noche no podía siquiera conciliar el sueño.


Desespero. Esa palabra describe y sintetiza el sentimiento que albergaba en su corazón.


Fue en medio de la crisis que buscó a Dios. Se prendió de Su mano. Clamó. Lo hacía siempre. Incluso, no dejó de orar cuando su esposa le presentó al abogado que adelantaría los trámites legales de separación. “Yo sigo creyendo en Dios”, repetía.

Dios respondió. Aun cuando pasaron varios meses, los problemas se resolvieron. El Señor hizo un milagro. “Dios fue bueno”, le dijo a su esposa cuando pasó la tormenta que llevó a contemplar la posibilidad de separarse.



Preguntémonos, porque tiene mucho sentido y reviste singular importancia para nuestra vida: ¿A quién acudimos cuando estamos en medio de los problemas?

Inmersos en los problemas

Todos los seres humanos, en mayor o menor medida, estamos inmersos en problemas. En la esfera personal o espiritual. En casa, en el trabajo o en la iglesia. Podríamos decir que las dificultades forman parte de nuestra cotidianidad y a menos que seamos nosotros quienes las estemos desencadenando, están íntimamente ligadas a nuestro devenir como la sombra que nos acompaña a todas partes.



Ahora, el asunto no es que haya problemas. Insisto que son previsibles. El meollo es cuál es el manejo que le damos a los tropiezos.



Refiriéndose a obstáculos y tropiezos que surgen al paso alguien lo comparó con la sombra. Son inevitables. Van con nosotros a todas partes. El asunto está en la actitud que asumimos cuando los tropiezos tocan a la puerta.



El apóstol Santiago escribió a los creyentes del primer siglo, y a nosotros hoy: “Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades. Por lo tanto, deben resistir la prueba hasta el final, para que sean mejores y puedan obedecer lo que se les ordene.”(Santiago 1:2, 3. Traducción en Lenguaje Actual)



Cuando somos concientes que los problemas siente están latentes, lo queramos o no, asumiremos una actitud para afrontarlos que puede ser positiva o negativa.



La decisión es de cada quien. Suya o mía. Genera en nosotros perseverancia y disposición de sobreponernos a las circunstancias.



El autor continúa diciendo: “Por lo tanto, deben resistir la prueba hasta el final, para que sean mejores y puedan obedecer lo que se les ordena.”(Santiago 1:4. Traducción en Lenguaje Actual) Es evidente que a partir de cada nuevo problema podemos crecer, o por el contrario, darnos por vencidos y dejarnos arrastrar por la corriente.



¿Cuál es su actitud?



Lo que transforma nuestra existencia es la forma como enfrentamos las dificultades. Téngalo siempre presente: está en nuestras manos asumir una actitud de amargura o de esperanza y de fe cuando nos encontramos cara a cara con las dificultades.



Lo que marca la diferencia es nuestra actitud. Nos transforma en ganadores o en fracasados. Es la frontera que nos separa de resignarnos a la derrota o por el contrario, escalar el primer peldaño hacia la victoria.



Consecuencias de los problemas



El meollo del asunto radica en evaluar si dejamos que cobren fuerza las dificultades al punto de robarnos la paz. Eso ocurre cuando le otorgamos una dimensión más grande de lo que le corresponde. Quizá los agigantamos y pensamos que no tienen solución.



Incluso, inmersos en el remolino de las pruebas culpamos a quienes nos rodean de su ocurrencia. Probablemente los consideramos el origen de nuestras angustias. El panorama alrededor se torna ensombrecido. Si le damos rienda suelta, hasta nuestra salud corre el riesgo de deteriorarse a raíz de los problemas.



Es hora de hacer un alto en el camino



¿Qué hacer en medio de los problemas que nos agobian? La respuesta aunque sencilla es eficaz: hacer un alto en el camino. Analizar con detenimiento dónde se originaron las dificultades, las consecuencias y disponer el corazón para enfrentarlos en procura de una solución con ayuda de Dios.



Usted y yo somos no seremos ni los primeros ni los últimos en cargar con los obstáculos. Además, no hay problema—por más grande que parezca—que no tenga solución en el Señor.



Un segundo elemento es cambiar la perspectiva y la actitud ante los tropiezos. Tenemos dos opciones: llenarnos de amargura o abrirle las puertas a la fe y a la esperanza.



Es entonces cuando comprendemos por qué el apóstol Santiago nos recomienda que debamos sentirnos “felices” en medio de las pruebas. ¿Para qué y por qué? Para reconocer que los problemas nos ayudan a crecer; si bien es cierto son inevitables, siempre hay una salida al laberinto y que, si hay una firme disposición de perseverar, alcanzamos la victoria con ayuda de Dios.



Aprenda a descansar en Dios



Como hombres y mujeres concebidos por Dios para triunfar, es necesario que afrontemos los problemas con una actitud de fe y esperanza. No podemos llorar sobre lo irremediable sino, volver la mirada a Dios y seguir adelante.



Si damos la pelea en nuestras fuerzas, nos orientaremos a la amargura. ¿Qué hacer? Aprender a descansar en Jesucristo. Él dijo: “Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí y yo los haré descansar. Conmigo aprenderán a descansar.”(Mateo 11:28, 29. Traducción en Lenguaje Actual)



Si vamos al Hijo de Dios, Él tomará de nuestras manos las dificultades. No le importa cuán grandes parezcan. Con el Señor siempre hay una salida al laberinto. Descansar en Él es entender y asumir que, en adelante, ya no son nuestros problemas sino los problemas de Dios. Él siempre tiene una solución.



¿Qué pasos debemos dar?



Si quiere descansar del enorme peso de los problemas, lo esencial es que permita que Jesucristo viva y gobierne en su corazón. Recibirlo en nuestro ser como único y suficiente Salvador. Es muy sencillo. Puede hacerlo ahora mismo, allí donde se encuentra. Dígale: “Señor Jesús, reconozco mi pecado. Gracias por morir en la cruz para traerme perdón y abrirme las puertas a una nueva vida. Te recibo Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador. Declaro que mi vida te pertenece. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea e inscribe mi nombre en el libro de la vida. Amén”



¡Bienvenido a la libertad! Cristo lo hace libre. En adelante, permanezca prendido de la mano de Jesucristo. Ahora tengo tres recomendaciones para usted. La primera, hacer de la oración un principio de vida diario; el segundo, lea la Biblia. Aprenderá principios maravillosos para su crecimiento personal y espiritual, y por último, comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Su vida jamás será la misma!


© Fernando Alexis Jiménez



Dios te Bendiga!!!

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Marjorie Vega A Enviado: 11/02/2013 02:51



 
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